El golf es prioridad

Una vez más, los vecinos denunciando. Los vecinos haciendo. Los vecinos empujando acciones. El carro delante de los bueyes.

Una vez más el carro delante de los bueyes. Una vez más las denuncias de particulares y la acción de otros particulares para revelar lo que sucede, a contramano total del discurso de las autoridades políticas.
Esta semana, en una de sus apariciones mediáticas para seguir explicando, ampliando y ratificando lo que dijo en este medio sobre la carencia de agilidad de algunos de sus funcionarios, el intendente Oscar Luciani se mostró enfático sobre la posición de su gobierno ante la denuncia pública de la existencia de canales clandestinos que desembocan en el río Luján. Ante la latente posibilidad de inundaciones y la certeza de que las obras sobres los márgenes empeoraron las condiciones en las últimas décadas, dijo que serán contundentes en las denuncias. ¿Qué iba a decir, sino?  
Lo cierto es que en coincidencia con las declaraciones del jefe comunal también esta semana la agrupación Inundados de Luján supo, por un comentario vecinal, que un barrio cerrado de los tantos que despliegan sus bucólicos paisajes río Luján abajo construyó -o sigue construyendo- un terraplén lindante con el cauce para proteger y/o mejorar el estado de su cancha de golf.
Claro que para confirmar esa información tuvieron que realizar una verdadera travesía por la calle Beschtedt, que casualmente se transforma en intransitable cuando se acerca a dos barrios cerrados.
En el lugar, tal como demuestran las imágenes registradas por los vecinos –por los vecinos, no por inspectores o funcionarios- la situación es grotesca. Desde el barrio cerrado levantaron las orillas del río para que la cancha de golf esté protegida de las crecidas. ¿A dónde irá el agua que se encuentra con esa pared? A los que la hicieron les importa poco y nada. También derivan los excedentes de lluvia a Beschtedt (sí, a la calle), con lo que no sólo se aseguran el escurrimiento en sus terrenos sino que tornan en intransitable la calle pública y así aíslan sus propiedades del tránsito.  
Si los funcionarios, desde el intendente hasta el más bajo en la escala ejecutiva, estaban enterados de estas obras, son cómplices y tienen un notable doble discurso al referirse a las tareas para evitar los desbordes. Afirman, como lo hizo Luciani esta semana, que no se deben permitir más obras en los humedales, pero siguen sin mirar -y mucho menos sancionar- a los que actúan en la dirección contraria.
Tampoco salieron a cuestionar la derogación de la ordenanza que en el partido de Pilar prohibía construcciones en los humedales y desde el viernes pasado es historia. Ante esto, solo remarcar que el Comité de Cuenca o el “Nuevo Ente de Gestión de la Cuenca del Río Luján” son puro verso para la tribuna.
Si los funcionarios locales se enteraron de la situación a través de la denuncia pública y antes de ello desconocían lo que sucedía en los márgenes del río, no son menos cómplices. La gravedad es la misma, por error u omisión.
Una vez más, los vecinos denunciando. Los vecinos haciendo. Los vecinos empujando acciones. El carro delante de los bueyes.