Bajo un chaparrón desfilaron los gauchos peregrinos

73 delegaciones de centros tradicionalistas desfilaron bajo la lluvia por la avenida Nuestra Señora de Luján. Este año hubo menos denuncias por caballos muertos aunque el saldo negativo fue el fallecimiento de un bebé presuntamente por hipotermia.

La 70º Peregrinación a Caballo ya es historia. 73 centros tradicionalistas llegados de diferentes pueblos y ciudades de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos desfilaron bajo la lluvia por la avenida Nuestra Señora de Luján dando otra muestra de fe y devoción a la Patrona de los Argentinos.
La mañana del domingo había comenzado con sol y cielo algo nublado. En esas condiciones climáticas, el rector de la Basílica, Daniel Blanchoud, celebró la misa al aire libre de cara a la paisanada que en sus cuidados caballos formaron una larga fila extendiéndose desde 25 de Mayo hasta pasando Almirante Brown.
A medida que se acercaba la hora del desfile, el cielo se fue encapotando y el viento soplaba con mayor intensidad como señal inequívoca que la presencia para que se desate la tormenta era cuestión de minutos.
Frente al palco donde se ubicaron las autoridades y animadores del evento, los abanderados de los centros convocantes (Martin Fierro de Jáuregui y El Rodeo de Moreno) cumplieron con el acto protocolar de solicitar autorización al intendente municipal, Oscar Luciani. Como era lógico, el jefe de la Comuna accedió al pedido.
Como siempre se escuchó decir a los animadores que se estaba en presencia de la "peregrinación a caballo más grande del mundo", aunque a la luz de lo visto cuesta creer que esto sea rigurosamente cierto.
No faltaron los ritos, evocaciones, mitos y creencias tan arraigadas en los hombres de campo que piensan, por ejemplo, que la carretas en la que se transportaba una imagen religiosas quedaron inmóviles al llegar a estos pagos dando lugar a lo que suelen denominar el "milagro de la Virgen".
Tampoco fueron ajenos los homenajes a los promotores de la peregrinación ya fallecidos y a otros que en vida registran casi asistencia perfecta. Por decreto municipal, fue declarada "visitante ilustre del Partido de Luján" la señora Celia Rocha por ser la peregrina a caballo que viene desde la primera edición.
Hubo agradecimiento explícito a las autoridades de Luján por la organización. "Todo están tan prolijo que vemos que han emprolijado (sic) todo", dijo desde el micrófono una señora vestida de paisana llamada María del Carmen y contó que le había pedido a los gauchos "conducta de buena persona, de paisano peregrino y que trajeran toda la documentación de los animales como corresponde".
A Luciani lo definieron como el "intendente gaucho" por haber "trabajado, acompañado y apoyado nuestra tradición".  Por su parte, desde la Intendencia se colocó una placa en recordación a monseñor Anunciado Serafini por haber motivado en 1944 a venir a un grupo de gauchos a caballo a Luján. Por entonces, fueron sólo cinco entidades las que se animaron a tamaña empresa.
Luciani destacó la labor de los empleados y funcionarios municipales, de la fuerza de seguridad, voluntarios de Defensa Civil y Cruz Roja. "Tenemos que agradecer a todos los gauchos por visitarnos y acompañarnos", expresó antes de hacer entrega de un mate a la homenajeada Rocha.
Para los promotores, otra edición de la peregrinación es "una forma de hacer Patria" porque "los paisanos somos una raza diferente porque amamos todo lo que es lo nuestro", dijo un gaucho al micrófono.
La "gauchería" –como se definió desde el palco- hizo gala de sus pilchas montando sus preciados equinos dignos de exposición. Los "promeseros" reafirmaron un año más su fidelidad a la Virgen de Luján al tiempo que la lluvia, el viento y el frío que empezaba a reinar eran interpretadas como un desafío meteorológico que debían superar una vez más.
A poco de pasar la carreta La Calandria del Circulo Criollo El Rodeo, se escuchó un trueno como preludio del aguacero que se desató instantes después empapando así a jinetes, animales y público presente. El agua, tan emparentada con esta procesión, siete décadas después no podía estar ausente.