Lecciones de metamorfosis

Laura Córdoba es una joven artista lujanense, cuyas obras tienen un estilo pictórico singular, fácilmente reconocible. Consciente de las exigencias del arte, este año se retrotrajo hacia su taller donde trabajó intensamente.

“… he querido seguir hasta la muerte/ entregándote toda mi esperanza”: así termina un poema de Silvina Ocampo. Ella y Alejandra Pizarnik, junto con Egon Schiele, Francis Bacon, también Gauguin y Van Gogh; Carlos Alonso y Renata Schussheim son algunos de los artistas que inspiran a quien una vez dijo “cuando pinto, siento que el resto del tiempo estoy equivocada”, Laura Córdoba.
EL CIVISMO visitó a la artista lujanense. Está trabajando arduamente en su obra, con su maestro Nicolás Menza. Nos contó algunos detalles al respecto, que transcribimos con la esperanza de que acaso sirvan para conocer mejor el trabajo de esta talentosa pintora.
Laura Córdoba nació en 1989 en Río Negro; creció en Entre Ríos y pasó la mayor parte de su vida en Luján. Egresó del Profesorado en Artes Visuales de la Escuela de Arte, en el año 2011. Hizo la especialidad en Pintura. Al respecto, “debo decir que guardo el mejor de los recuerdos de mi escuela, donde hice muchos amigos, tanto compañeros como profesores. La Escuela de Arte fue una base que me permitió conocer muchos aspectos de las artes visuales, en un sentido amplio, para tener la inquietud de ir profundizando alguno con el tiempo”. La inquietud, en su caso, resultó ser el dibujo, la pintura y las técnicas mixtas.
En el año 2010, concursó por una de las dos becas que otorga el artista Nicolás Menza y accedió a ella. Estudió con él en su taller durante un año. “Desde ese entonces Nicolás se convirtió en mi maestro y el EspacioTaller (así se llama el lugar donde da clases en Capital, a una cuadra del Obelisco), mi lugar en el mundo”. Además, en el 2013, comenzó a cursar un ciclo de Licenciatura en Artes Visuales, para complementar su formación académica. Eligió la educación a distancia y está cursando en la FADU, de la Universidad Nacional del Litoral.
Desde el 2008, expuso regularmente y varias veces al año: muestras individuales o colectivas, en diferentes espacios artísticos de Buenos Aires, Entre Ríos y Capital Federal. A final del 2013 recibió el Premio al Artista Local en el Salón Nacional de Pintura, organizado por el Museo Municipal de Bellas Artes de Luján, y esa fue la última vez que mostró una obra en público.
En el 2014 decidió darle un giro a su trabajo y se estableció en Capital Federal, donde continúa estudiando el Ciclo de Licenciatura y las clases en el taller de Nicolás Menza. “Allí y en mi espacio particular seguí trabajando en mi obra, experimentando nuevas técnicas y profundizando otras. No expuse nada de lo que estoy trabajando actualmente, porque mi necesidad estaba completamente abocada a la realización de las obras: exponer insume energía y tiempo. Además es exponer(se), y uno no siempre está con ánimo, ganas o necesidad de eso. Es importante, en mi opinión, conocerse y respetarse en ese aspecto”. De todos modos, está proyectando una muestra con colegas, para la primera mitad del año y otra, individual, en la segunda mitad.
Este año el proceso de introspección la hizo profundizar su dominio del retrato, siempre con un dato autorreferencial. “El rostro humano es súper expresivo”, dijo. Asimismo, la búsqueda implicó la experimentación con diversas técnicas y materiales. Descubrió que está logrando lo que buscaba desde hacía mucho. Decidió trabajar con regularidad, sin imponerse un punto de llegada preciso y, de pronto, se percató de que surgía lo que buscaba. Como ella dijo, “el hábito hace a la monja (del arte)”.