La fibromialgia: tan dolorosa como malentendida

Esta condición debilitante y que produce cansancio, dolor y rigidez en el cuerpo, no fue reconocida como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud hasta 1992. Aunque afecta entre un 2 y un 4 por ciento de la población mundial, sigue siendo una gran desconocida.

Alina achacaba sus continuos dolores de cuello y espalda a las largas horas de trabajo ante un escritorio incómodo. Buscó alivio en el sueño y el reposo pero se levantaba cada vez más rígida y profundamente agotada. Se tardó meses en buscar ayuda profesional y aun así pasó bastante tiempo para que se determinara que padecía de fibromialgia.
Miles de personas viven con fibromialgia sin saberlo. Se trata de un trastorno crónico que causa dolores musculares y cansancio que puede ser profundo, al punto de interrumpir y dificultar las actividades cotidianas. Las causas exactas se desconocen en este el momento, pero algunos científicos estiman que podría tener un origen genético.  Lo que sí se sabe es que existen factores con los que se asocia: algunas personas comienzan a experimentar los síntomas después de haber tenido lesiones recurrentes, de haber vivido un evento traumático, como un accidente automovilístico o que les haya causado un gran impacto emocional y que algunas infecciones parecen desencadenar o empeorar la condición. En muchos casos puede presentarse por sí sola, sin ningún precedente.
Suele ser más frecuente en las mujeres (las afecta en un 80 a un 90 por ciento de los casos) y por lo general se manifiesta en la edad adulta, aunque también los niños la padecen. Se diagnostica con frecuencia en personas que ya padecen otras condiciones como la artritis reumatoide, el lupus (eritematoso sistémico) o la espondilitis anquilosante (artritis espinal), así como en las que tienen algún familiar que la haya padecido.
Las personas con fibromialgia tienen varios puntos hipersensibles en el cuerpo, casi siempre en áreas como el cuello, los hombros, la espalda, las caderas, los brazos y las piernas.  Basta un toque ligero o una presión leve para que les cause dolor.
El dolor va acompañado de otros síntomas, como dificultad para dormir, rigidez del cuerpo al levantarse y sensación de hormigueo o adormecimiento en las manos y los pies.
También sufren de dolores de cabeza, períodos menstruales dolorosos y dificultad para concentrarse y con la memoria (algunos llaman a estos lapsos "fibroneblina").
Otro síntoma característico es el cansancio continuo, especialmente al levantarse a pesar de haber dormido bien. Además, pueden sufrir ansiedad, depresión y trastornos en el tracto digestivo.
El Colegio Americano de Reumatología ha establecido criterios para el diagnóstico de la fibromialgia que son: haber tenido al menos 3 meses de dolor de origen inexplicable y generalizado en todo el cuerpo, y por lo menos 11 a 18 puntos sensibles en lugares específicos del cuerpo.
El tratamiento de la fibromialgia debe estar a cargo de un reumatólogo, pero un médico de cabecera o un médico internista también pueden hacerse cargo del paciente si están familiarizados con el trastorno y con los tratamientos más efectivos. Los tratamientos consisten en una combinación de medicamentos para aliviar los síntomas: analgésicos para el dolor, medicamentos anti inflamatorios no esteroides o aspirina; antidepresivos y algunos medicamentos que se utilizan contra la epilepsia que son efectivos para combatir el dolor en las terminaciones nerviosas en las extremidades.
Además de los medicamentos, se recomienda la terapia física y realizar ejercicios de estiramiento y de relajación como el yoga o Pilates. Una alimentación sana y balanceada y el descanso adecuado contribuyen a aliviar los síntomas.

Fuente: Doctora Aliza-www.vidaysalud.com