¿La sobreprotección es un acto de amor?

Cuando los cuidados hacia el otro se vuelven excesivos, la relación termina siendo nociva, dando lugar a una conducta obsesiva o de sobreprotección.

Los  seres humanos normalmente establecemos vínculos afectivos y conductas de cuidado y protección hacia los seres queridos como son los padres, hijos, pareja, amigos y otras relaciones que se van desarrollando a lo largo de la vida.
Cuando los cuidados hacia el otro se vuelven excesivos, la relación termina siendo nociva, dando lugar a una conducta obsesiva o de sobreprotección.

¿Que son las relaciones complementarias?
Son vínculos que se complementan ya que uno de los sujetos ocupa el rol de sobreprotector y el otro de dependiente.  Es una relación que puede prolongarse de manera eterna en el tiempo, mientras que cada uno mantenga su rol. Ambos sujetos al complementarse reciben un beneficio, uno satisface la necesidad de cuidar y el otro de ser cuidado.
Generalmente los individuos sobreprotectores justifican sus conductas mediante el pensamiento, "quiero tanto a mi hijo, que hago todo por él,  porque NO me gustaría que sufra".  Esto significa que muchos sujetos, producto de sus distorsiones cognitivas, no pueden diferenciar lo que es el afecto  de la conducta nociva que es la sobreprotección.
También podemos ver en estos individuos, que  proyectan de manera inconsciente temores e inseguridades propias en la otra persona. Puede ser  en el hijo, pareja u otro tipo de vínculo.
 Características del sujeto sobreprotector
Algunas conductas que presentan estos sujetos son: resuelven por el otro los problemas que se le van presentando; hacen todo por la otra persona; no permiten que el otro pueda desarrollar sus habilidades y recursos personales, llegan a veces hasta responder por la otra persona.
¿Cómo es el sujeto dependiente?
Las personas que presentan dependencia emocional  tienen una gran necesidad de ser queridos y  se caracterizan por: ser individuos que son inseguros, no toleran estar solos, presentan baja autoestima, tienen la necesidad de agradar para ser queridos.
 Si nos focalizamos en la relación de un padre sobreprotector con su hijo, vemos que se pueden ocasionar diferentes perjuicios: el niño no puede desarrollar sus habilidades y recursos personales, ausencia de estrategias resolutivas frente a los problemas de la vida cotidiana, baja autoestima, aumento de la sensación de indefensión, falta de confianza en sí mismo, -baja tolerancia a la frustración, temores y preocupaciones excesivas.
 Es importante diferenciar lo que es la protección  -estar presente frente a las necesidades de los hijos-  de la sobreprotección -hacer todo por ellos para evitar que sufran. Por lo tanto, no se trata de un acto de amor sino de inseguridades y miedos excesivos de los padres, debido a la historia personal de cada uno, a las vivencias que han tenido y cómo fueron interpretadas.
 La frustración genera en los chicos un estado de malestar, pero a la vez, resulta también un sufrimiento saludable, ya que le permite al niño aprender a tolerar, a entender que no todo sale siempre como él quiere. También le permite desarrollar todo el potencial que tiene como ser humano.
Psicólogo  Santiago Gómez