Presente y futuro de una tradición en Luján

El taller de chapa y pintura de Eugenio y Mauricio Agliani se encuentra transitando medio siglo de vida. 50 años de crecimiento consolidado ganado por la confianza depositada en una amplia clientela que reconoce la calidad del trabajo y el compromiso adquirido.

El tiempo avanza, la tecnología se supera día a día. En este oficio donde los autos son cada vez más sofisticados, no hay tiempo de quedarse de brazos cruzados ni dormir en los laureles.  "Nos actualizamos permanentemente. Hacemos cursos en el CESVI, en PPG, en Alba. Acá nadie te regala nada", admite Eugenio Agliani en el año del 50 aniversario.
El progreso se refleja también en el crecimiento que experimentó el taller, en la ampliación de las instalaciones, en sus máquinas. Cuenta con cabina de pintura, laboratorio donde se preparan los colores para que el trabajo quede como recién salido de fábrica y sin que se note la menor deferencia, sector de chapista, soldaduras de última generación, elevador, sacabollos. "Siempre con la mejor calidad de materiales", insiste en este punto el fundador de la tradicional firma.
También la clase de clientes fue cambiando con los años. "Acá se atienden todos autos nuevos, prácticamente 0 km. Prácticamente no existen los trabajos particulares. Todo se atiende por compañías de seguro. El 80 por ciento de los autos nuevos en Luján tienen seguro contra todo riesgo a excepción de los remiseros, Municipalidad, Policía y Bomberos que tienen contra tercero", agrega para mas información.
Hoy el taller está conducido por la segunda generación. Mauricio Agliani fue ganando terreno mientras Eugenio poco a poco cede el mando. "Gracias a Dios estoy trabajando a media maquina. Todo lo que es atención al cliente y empleado la responsabilidad es de Mauricio. Yo me encargo de las compañías de seguros, los bancos y las relaciones sociales", dice.
Mauricio, por su parte, avisora un futuro cercano conservando eso sí la confianza ganada. "La experiencia que uno tiene es muy grande. Los clientes te demuestran confianza pero el trabajo es complicado. Hay muchas responsabilidades y los trabajos son delicados. Hay clientes muy detallistas, los colores se hacen renegar más", cuenta.
Los ritmos que impone la sociedad actual encuentran en el taller su caja de resonancia. "Es muy artesanal pero cada vez más tecnológico", acota Eugenio al tiempo que Mauricio señala: "Uno ya conoce los autos y te vas adaptando. Él conoce los autos más antiguos y yo los más nuevos", reconoce.
Como todo, en este rubro también existe un grado de complicación. Los clientes hoy exigen rapidez y entrega del trabajo. "Antes una reparación tardaba un mes o un mes y medio. Ahora, la misma reparación tiene que salir en una semana. El cliente es muy exigente", sostiene Mauricio quien se ve en la obligación de tener que adaptarse a esta tendencia.
En tanto el taller se fue enfocando en un nicho de mercado que hoy son los autos de media y alta gama, respondiendo de este modo a lo que requiere el mercado automotor. "Nunca, jamás un trabajo se fue sin terminar porque nunca nos dimos vencidos", remarca Eugenio. "Nosotros cumplimos pero todo el mundo vive acelerado", marca Mauricio.
Mientras padre e hijo disfruta del presente haciendo lo que les gusta, Eugenio vislumbra larga vida para la firma que fundó un día de mayo o junio de 1964. "Me parece que uno de mis nietos, el hijo mayor de Mauricio, lleva el taller en la sangre". La herencia, la tradición de familia parece entonces estar garantizada.