“Todo sirve para entender que la vida sigue en la otra persona”

Marisa Campos es donante de órganos desde los 18 años. Hoy, a los 43, hace dos meses donó un riñón a Ramiro, un amigo a quien conoció mientras su hija estaba enferma. Ambos se recuperan en forma favorable.

"Hay algunas cosas que no voy a poder decir porque me pongo a llorar", aclara Marisa Campos al iniciar la nota. Ese día fue el lunes 21 de diciembre de 2015, habían pasado dos meses desde el trasplante de órganos que recibió su amigo Ramiro.
A Ramiro lo conoció a través de una persona, amiga de ella, familiar de él. Así se involucró con su historia. Él es de Mercedes, estaba dializando y necesitaba un trasplante de riñón; a pesar que ya había intentado en una oportunidad anterior, la operación no pudo concretarse así que la tarea más difícil, en este caso, era convencerlo de que esta vez sí podría ser posible.
"Uno aprende en la vida que hay muchas cosas que económicamente son imposible lograrlas, que sólo el ser humano las puede proveer; yo soy donante de células madre, donante de sangre, y cada vez que puedo dar al otro me siento maravillosamente bien", define Marisa Campos. A los 43, hace dos meses donó uno de sus riñones a Ramiro de 33. Hoy ambos están bien, recuperándose. Él con más cuidados preparándose para esta nueva vida que le toca, y ella sin mayor secuela que una cicatriz. No siente dolor y pudo retomar sus actividades normalmente.
Marisa Campos cuenta su historia también: desde los 18 años es donante de órganos, en su casa siempre se habló del tema en forma abierta. El apoyo de la familia es y ha sido esencial a la hora de tomar la decisión de donar. "Te dan el 50% de fuerza y aliento que necesitás para seguir", señala.
La voz de Marisa es tranquila, por momentos se apaga cuando menciona a su hija y casi llora, pero continúa, retoma la historia del comienzo, habla de la importancia de la donación de órganos y cuenta las etapas que pasaron juntos, Ramiro y ella, antes de la operación en el hospital Italiano.
"Hoy en día estoy viviendo una recuperación muy favorable. Siempre tuve una necesidad especial, siempre supe que algún día podría donar algún órgano o células madre para lo cual estoy inscripta en el Incucai, siempre tuve esa ilusión de poder lograrlo", cuenta Marisa. "Una experiencia de vida propia muy triste con mi hija me llevó a convencerme que esto es muy necesario y que si uno puede tiene que ir hasta las últimas instancias para lograrlo, y es maravilloso, y el que tiene alguna duda e inquietud se debe informar y tratar de conocer un poco más sobre esto y ampliar esta posibilidad, solamente depende de nosotros, del donante al receptor", añade.
La hija de Marisa tenía seis años y medio cuando falleció en agosto de 2011. Tenía leucemia.
"A mí me tocó estar del otro lado también, del que espera, para mi hija. Cuando llegó (el cordón de células madre), sentí un infinito amor hacia esas criaturas que ni conozco, eternamente agradecida, siempre encomendándoselas a Dios, que cuide a esas mamás y a esas nenas o nenes, las mamás donan voluntariamente los cordones umbilicales al nacer, así fue en mi caso, en otros casos son con donantes vivos. Y de ahí aprendimos que era una obligación moral y un compromiso inscribirnos en el Incucai, es muy sencillo, son pasos fáciles a seguir y uno queda inscripto y puede algún día ser compatible con alguien y darle una posibilidad", cuenta.
Para lograr la donación y trasplante, Marisa y Ramiro pasaron por diversas etapas incluyendo una serie de estudios que determinan que el donante goza de buena salud y que no va desmejorar su calidad de vida. Según contó ella, la donación "sólo se permite con órganos cadavéricos o a través de familiares directos. Cuando se trata de un no emparentado debe intervenir la Justicia". El caso de Sandra Mihanovich que le donó un riñón a su ahijada y fue avalada por la justicia -ejemplificó- marcó un precedente.
"Se buscan muchos factores para que se pueda llegar a la donación", enumera Marisa. "La lista de espera prioriza a los más urgentes; es decir, los que están dializando y tienen otras complicaciones de salud y por más que sea donante cadavérico hay características que tienen que cumplirse para ser compatible, el primero, el grupo sanguíneo. Y siendo donante vivo te cuidan y prevén que estés bien y que tu calidad de vida no se desmejore para nada".
Marisa y Ramiro iniciaron los trámites legales en mayo de 2015 a través de un abogado aportado por la Defensoría de Mercedes. Una vez realizado este paso les fue otorgado el permiso para iniciar los procedimientos médicos que a ellos les llevó 3 meses. Concluidos los estudios y con el aval de los equipos de Urología y de Nefrología del hospital Italiano, regresaron a la justicia. Allí se citó nuevamente al juez, a peritos, a testigos, a una trabajadora social y una psiquiatra para tener la certeza que la donación era totalmente voluntaria y no había remuneración de por medio.
"La persona que dona que se quede tranquila que va a estar muy bien cuidada, yo estoy muy bien, tranquila. Además uno se compromete con su receptor. Ramiro es hoy un hermano para mí y su familia me está muy agradecida. Es un cariño natural que se genera por situaciones muy fuertes. Todo sirve para entender que la vida sigue en la otra persona. Me encantaría en este momento que mi hija pudiera estar para compartir con nosotros, pero yo sé que desde allá -señala hacia arriba- estuvo acompañando, poniendo ficha, ficha todo el tiempo", agrega.