Accidentes fatales ocurridos en la curtiembre

Ed.Impresa//Desde que la empresa fue adquirida por la firma Italian Leather Group, tres operarios fallecieron en respectivos accidentes.

El 28 de abril de 1998, un accidente en la planta de Curtarsa derivó, varias semanas después, en el fallecimiento del trabajador Alejandro Ott. El hecho se produjo a partir de una fisura en la junta de una brida de un caño que transportaba ácido sulfúrico.
La secuencia de la tragedia, con fuertes componentes de negligencia, se inició cerca de las 10.30 de ese día cuando Ott y su compañero Luis Giacosa ingresaron a un túnel para continuar con las tareas de limpieza en el lugar. En ese momento, la futura víctima fatal cayó desmayada y generó un desconcierto generalizado.
En el afán de rescatar a su compañero, cerca de 15 trabajadores resultaron afectados por el aire envenenado que había transformado a ese pasillo subterráneo en una trampa mortal.
En el informe policial consecuencia de una inspección realizada un día después del accidente, se detallaba que en el túnel existía un sistema de canalización subterránea por el cual circulaban cañerías de servicio y de transporte de materias primas. En una de esas cañerías, que transportaba ácido sulfúrico, se produjo una pérdida del líquido que, en contacto con otra sustancia, generó ácido sulfhídrico (sulfuro de hidrógeno), “gas tóxico que al ser respirado afecta el bulbo raquídeo, que es el centro del equilibrio y en grandes concentraciones puede generar la muerte”.
David Iud, ingeniero químico y abogado en Derecho Ambiental, actualmente asesor del gobierno de Graciela Rosso, explicó a EL CIVISMO que en esa oportunidad se produjo “una emanación de gas sulfhídrico o ácido sulfhídrico, que puede aparecer en el proceso que tiene Curtarsa”.
“Para decirlo muy sucintamente: este gas se forma cuando se pasa de un medio ácido a un medio alcalino. Por las sustancias que utiliza Curtarsa, muchas cosas con azufre, puede ocurrir este accidente si hay una mezcla de estas dos cosas. En ese canal van cañerías que contienen lo ácido y lo alcalino. Hubo una fisura, se mezclaron, los vapores salieron, la gente se metió en el túnel inadvertidamente y se desmayó”, especificó el profesional.
En el informe policial mencionado con anterioridad, también se explicaba que el lugar consistía en una nave de 300 por 90 metros, construida en hormigón premoldeado, con dos conductos subterráneos longitudinales unidos por tres transversales, de 2,5 metros de alto por 2 metros de ancho, “y donde se produjo el hecho es el ubicado en el sector denominado Sur, poseyendo una canaleta a uno de sus lados practicada para conducir las aguas de limpieza, mientras que del lado opuesto circula un conducto de PVC, hormigonado de cincuenta centímetros de diámetro, el cual conduce las aguas residuales industriales hacia la planta de tratamiento, y el cual aparentemente no posee ningún tipo de pérdida”.
Además se indicaba que en una recorrida por el conducto se verificó la existencia de cañerías que conducían agua caliente, vapor, vapor condensado de retorno, retorno de agua caliente, aire comprimido, como así también bandejas porta cables, mientras que en una galería trasversal al túnel principal se visualizó la cañería de ácido sulfúrico, y junto a ese conducto “los caños conductores de ácido fórmico, sulfato de cromo (III) y salmuera como así los conductores de agua y calor”.

FALTA DE SEGURIDAD
Con fecha 30 de abril, el Cuerpo de Bomberos Voluntarios elevó un informe al municipio donde se detalla la intervención de esa fuerza a minutos de ocurrido el accidente. Extrañamente, los Bomberos recurrieron a la planta ubicada en Jáuregui por un llamado efectuado por la propia empresa donde se mencionaba el derrumbe de un pozo en construcción y no la emanación de gas tóxico.
En el lugar, los socorristas voluntarios interrogaron a dos operarios que eran atendidos por personal de Urgencias Güemes. Los trabajadores reconocieron haber recibido un equipo de respiración autónomo que se encontraba en otro sector de la planta. Luego, uno de ellos ingresó al túnel para tratar de ayudar a sus compañeros mientras que el otro se quedó en el ingreso para colaborar en el rescate.
Ya en el interior del conducto subterráneo, el personal bomberil detectó, a través del instrumental, tanto sea por la lectura y como por su alarma sonora, un alto nivel de gases, con un nivel de oxígeno del 20%.
El 6 de mayo, a pedido del intendente Miguel Prince, el comandante mayor de los Bomberos Voluntarios, René Goenaga, amplió el informe inicial, sobre la base de una inspección que tuvo lugar horas después del accidente a pedido de la propia curtiembre.
Goenaga informó que “al efectuar el reconocimiento la iluminación era parcial, recurriendo a iluminación manual para completar parte de la recorrida (no se pudo constatar el motivo por el cual la iluminación era parcial)”.
Bomberos también detalló que el túnel donde ocurrió el siniestro presentaba las características de un lugar confinado propicio para la concentración de gases.
“El mismo no contaba con ningún tipo de alarma para detectarlos y ningún sistema de ventilación forzada para evitar altas concentraciones. A mi entender son elementos sumamente necesarios ya que en el mismo se realizan barridos de sólidos que presentan características especiales, circulando éstos por una canaleta tipo cielo abierto. Además recorren caños que transportan fluidos considerados sustancias peligrosas”, explicaba Goenaga.
A su vez, en esa inspección visual se comprobó que las cañerías de fluidos no se encontraban identificadas según normas en lo referente a colores, algo que debe permitir establecer qué tipo de servicios y fluidos transportan las mismas.
Además, “el túnel al momento del accidente carecía de escaleras de acceso adecuadas. En su defecto, el acceso se realizaba por una escalera improvisada de madera apoyada contra la pared, y como agravante no presentaba las características de seguridad para efectuar una evacuación rápida”.
En ese lapidario informe, Goenaga mencionaba que la maniobra de ingreso al túnel debía estar supervisada de manera tal que los operarios descendieran con los elementos de protección adecuados.
Sin embargo, “por las afecciones que sufrió el personal en el lugar del incidente, pensamos que los procedimientos realizados no respondieron a lo que antes mencionamos”.
“Con respecto al hecho, responsables del lugar nos indican que con anterioridad al accidente los operarios habían realizado por casi tres horas las mismas maniobras y no les había sucedido nada. A nuestro entender esto nos indica que no hay un procedimiento establecido al que deban ajustarse los operarios. Frente al acceso de los túneles donde ocurrió el accidente no se encontraba ningún cartel que instruya al personal sobre normas de procedimientos de trabajo en los túneles”, continuaba el informe.
También se estableció que al momento del accidente “en el lugar se encontraba un solo equipo autónomo que al interrogatorio del personal nos informaron que había sido traído de la otra planta para auxiliar a los operarios dentro del túnel”.
Por otra parte, en el trabajo elevado a Prince se explica que en caso de accidentes como el ocurrido, las personas contaminadas con gases o líquidos considerados sustancias peligrosas deben ser desvestidas y lavadas con abundante agua, para luego recibir asistencia médica. El paso de descontaminación resulta de fundamental importancia, ya que los accidentes químicos no sólo afectan a los operarios involucrados, sino además a todos los terceros en contacto con las víctimas directas.  
Para los bomberos, en el caso de Curtarsa “no se tuvo en cuenta ninguno de los principios antes mencionados; ya que los traslados se realizaron sin previa descontaminación y en autos particulares”.
“Es común en estos tipos de accidentes ver que operarios que se encuentran en las cercanías intentan ayudar y sufren las mismas consecuencias o mayores que los afectados. Las estadísticas internacionales indican que cada una persona a rescatar mueren dos rescatadoras. Por lo expuesto hasta aquí es que decimos que nos extrañó la falta de seguridad, falta de elementos y entrenamiento del personal”, concluye el texto firmado por Goenaga.

DOS ANTERIORES
Antes del accidente que le costó la vida a Ott, la empresa fue el escenario de otras dos situaciones con víctimas fatales.
En febrero de 1996, Claudio Alejandro Ramírez falleció en las instalaciones de Curtarsa, como consecuencia de los golpes recibidos mientras guiaba un autoelevador que fue colisionado por un camión Mercedes Benz. En este caso, y de acuerdo a las crónicas de ese momento, el trágico accidente obedeció más al infortunio que a la negligencia.
Apenas un año después, en mayo de 1997, Hugo Alfredo González se transformó en el segundo trabajador fallecido en las instalaciones de la curtiembre. González se encontraba abriendo cimientos para la construcción de una pileta en el interior del predio cuando, cerca de las 10 de la mañana, se produjo un desprendimiento de tierra.
En declaraciones efectuadas a este medio, un compañero de González detallaba que “vino el camión con ocho metros cúbicos o treinta y dos toneladas de hormigón y, cuando retrocedió, al ser tierra removida, eso se desmoronó”.
“¿Me vas a decir que no sabían que en una zanja como en la que murió González no se puede trabajar por el espacio? ¿Me vas a decir que no sabían que se tendrían que haber puesto cintas de peligro a cierta distancia para que el camión no retrocediera?”, se preguntó el trabajador.
En esa oportunidad, el operario graficaba la seguridad laboral de Curtarsa con una frase contundente: “Te mandan al muere”.

Las víctimas
-Claudio Alejandro Ramírez: en febrero de 1996 fue embestido por un camión Mercedes Benz mientras guiaba a un autoelevador.
-Hugo Alfredo González: perdió la vida en mayo de 1997 como consecuencia de un derrumbe.
-Alejandro Ott: falleció semanas después del accidente ocurrido el 28 de abril de 1998. En el siniestro cayó desmayado al entrar en contacto con una emanación gaseosa producida en un túnel donde desarrollaba tareas de limpieza.


Investigación periodística: Nicolás Grande – Horacio Papaleo.