Curtarsa, un tentáculo del pulpo llamado Italian Leather Group

Ed.Impresa//En 2006, la firma de raíz italiana a la que pertenece la curtiembre local, facturó 175 millones de euros. Tiene industrias y oficinas en Italia, Estados Unidos y Alemania. Sólo en Argentina consiguió un certificado ISO por su “sistema de gestión medioambiental eficaz”.

Se cortó una ruta por la contaminación de Curtarsa. Se cantó contra Curtarsa. Se hicieron carteles contra Curtarsa. Se proyecta una nueva manifestación para la semana próxima en oposición de las acciones constantes de esta curtiembre. Se reniega contra esta industria “de capitales extranjeros”. Pero no son muchos los que se preguntan contra quién realmente se está luchando. Y lo cierto es que en Los Lineros 102, en el corazón de Jáuregui, el que produce es apenas un tentáculo del pulpo industrial llamado Italian Leather Group (ILG).
La estructura de esta firma nacida en 1986 se conforma hoy por ocho establecimientos productivos repartidos por el mundo. Según los datos institucionales de la curtiembre, la “familia” de ILG la integra “Curtarsa (curtiembre, establecimiento de 55 mil metros cuadrados de superficie total, con 550 dependientes)”; “Italian Leather USA INC, dedicada a la comercialización de cueros para tapicería para el mercado estadounidense. Está ubicada en Carolina del Norte”; “Italthierry Auto Leather Spa, comercialización de cueros para autos. Está en Monópoli, Bari, Italia”; “Long Life Germany GMBH, actividad de marketing y after market para cueros ‘long life’ vendidos en el mercado alemán. Erding, Alemania”; “Italian Leather Spa, dedicada al curtido. Es un establecimiento de 10 mil metros cuadrados de superficie total. Tiene 100 dependientes. Arzignano, Italia”; “Kulck Spa, holding financiero ubicado en Noicattaro, BA, Italia”; “Italian Leather Group Spa, “Subes Holding industriales” también ubicada en Noicattaro BA Italia” y “Eco Leather Spa, curtido, terminación y corte. Además comercialización de cueros para tapicería y autos. Establecimiento de 55 mil metros cuadrados de superficie total, con 450 dependientes. Ubicada en Monópoli, Bari, Italia”.
En la narración de la historia que ILG ofrece en su página web oficial, se permite tener un acercamiento a la magnitud de su facturación y, en ese contexto, comprender la decisión empresarial de no gastar ni un centavo de más en tierras argentinas para tratar sus residuos.  
En 2006, ILG confiesa que “cerró el balance con una facturación de cerca de 175 millones de euros, con una producción de más de 9 millones de metros cuadrados de cueros. La facturación es repartida casi a medias entre el sector autos y el sector tapicería, mientras que a nivel geográfico, más del 60 por ciento proviene de las exportaciones, Francia y Alemania por la tapicería; y Asia por los autos (China por la tapicería)”, detalla la empresa.
La multinacional nació de la mano de su actual titular Atilio D’Apolito, quien en 1986 creó en Bitonto, en la provincia de Bari, un establecimiento especializado en la terminación de cueros vacunos. Se crecimiento fue constante. En 1990, la producción ya alcanzaba 3.5 millones de metros cuadrados, y en 1991, después de la adquisición de la empresa Valdalpone, un grupo de Véneto (sector curtiembres), con dos establecimientos en el norte de Italia (uno utilizado para el curtido, y el otro para la terminación de cuero) logró superar los 6.5 millones de metros cuadrados comercializados especialmente en Europa.
En su historia oficial dan cuenta de una rápida expansión en Europa, con ventas de cueros “long life” en Alemania y registran al año 1995 como el momento en que “en Argentina, es completada la construcción de la curtiembre Curtarsa SA, una de las más modernas y grandes del mundo (más de 10 mil cueros elaborados por día) que utiliza casi exclusivamente cuero vacuno, con un proceso industrial completamente automatizado, con elevados estándares de calidad”, dice ILG.

CERTIFICADOS
Para cualquier vecino de Jáuregui o Luján, algunos aspectos de la descripción institucional que ILG ofrece en la web pueden resultar tan irritantes como el aire que suelen respirar. Un ejemplo; el apartado “Certificaciones” que la multinacional muestra con orgullo.
En ese aspecto, desde la firma señalan que “el desarrollo dimensional y las exigencias cualitativas de los clientes han impuesto al grupo la adopción de procedimientos productivos y de control cada vez más rigurosos, que se han logrado reflejar en las certificaciones de calidad ISO 9.001 e ISO TS 16.949, esta última especialmente para el sector auto. A esta se suma la certificación ambiental según las normas ISO 14.001, conseguida por el establecimiento argentino de Villa Flandria (en el cual se realiza el curtido de cueros)”.
Un detalle más: ese mismo certificado “ambiental” todavía no pudieron conseguirlo en Italia, pero están cerca: “Está en vía de obtención el establecimiento de Monópoli (donde se realiza el recurtido y la terminación de cueros), garantizando así las rigurosas políticas ambientales adoptadas por el grupo en todo el proceso productivo”.
Cabe preguntarse, entonces, qué certifica la norma ISO 14.001, conocida como “de Medio Ambiente”. Es una norma internacional que define un proceso para controlar y mejorar el rendimiento medioambiental de una organización. Y se acepta internacionalmente que “establece cómo implantar un sistema de gestión medioambiental (SGM) eficaz. La norma se ha concebido para gestionar el delicado equilibrio entre el mantenimiento de la rentabilidad y la reducción del impacto medioambiental. Con el compromiso de toda la organización, permite lograr ambos objetivos”.   
En una de las descripciones de esa norma que ILG sólo alcanzó en el tercer mundo, se deja entrever la vaguedad con que se analiza la problemática y los reclamos por el medio ambiente. “El impacto medioambiental se está convirtiendo en un asunto importante en todo el globo. La presión para minimizar ese impacto procede de muchas fuentes: gobiernos locales y nacionales, organismos reguladores, asociaciones sectoriales, clientes, empleados y accionistas. Las presiones sociales también proceden del creciente despliegue de grupos de interés o partes interesadas, como consumidores, organizaciones no gubernamentales (ONG) dedicadas al medio ambiente o a los intereses de grupos minoritarios, círculos académicos y asociaciones vecinales”.
Apenas algunos datos de una empresa multinacional que entre sus objetivos de “Misión-Visión” difunde “buscar el desarrollo del grupo según comportamientos socialmente responsables, tanto sea interno como externo a la empresa, y del medio ambiente”. Y que destaca entre sus “Valores”, que “la atención al medio ambiente es sumamente importante para nuestra empresa. Por lo tanto, sus colaboradores y el medio ambiente recibirán todas las garantías de seguridad”.