El peligro de las fumigaciones en la frontera de Luján

Ed.Impresa//En febrero de 2008, un menor fue “bañado” por un avión fumigador. Pocos meses después le diagnosticaron leucemia. El testimonio de su padre que en otra oportunidad ahuyentó a los tiros a una aeronave que pretendía derramar el veneno en los campos cercanos a su vivienda.

El Hotel El Tizón se encuentra emplazado en el partido de Mercedes, cerca del límite distrital con Luján demarcado por el arroyo Balta. Se accede por un camino de tierra que sale de la ruta 5, a escasos metros del peaje ubicado entre Olivera y Gowland, y desemboca en las vías del ferrocarril Sarmiento. Allí vive el matrimonio conformado por José Edgardo Milesi y Silvina Picchioni, y su hijo Juan que el próximo 10 de julio cumplirá 5 años de vida.
En febrero de 2008, la familia fue víctima de una situación que en ese momento sólo generó bronca, gargantas irritadas y un desagradable e intenso hedor en las fosas nasales. Ese día transcurría como cualquier otro cuando el rugir de una avioneta que volaba a baja altura llamó la atención. Lo que inicialmente se pensó como una postal pintoresca, terminó en una lluvia de veneno que “baño” a Juan y a su papá, quien había salido en búsqueda del niño que jugaba en el patio de la casa.
En diálogo con EL CIVISMO, José Milesi recordó el hecho: “Escuchamos pasar un avión por encima de la casa. Primero no le dimos importancia. Pero cuando pasó de nuevo, estando los dos afuera, siento que nos moja. Entramos al nene. Yo sentí un olor muy fuerte, nos cambiamos de ropa y la cosa siguió normalmente”.
En los meses posteriores, esa normalidad empezó a mostrar grietas. Así como las copas de los eucaliptos comenzaban a secarse, Juan se resfriaba con demasiada frecuencia y el  desgano iba en aumento. Luego aparecieron manchas en su piel. Su padre explicó que “le empezaron a salir salpullidos raros, y lo llevamos al médico porque pensábamos que era alguna enfermedad eruptiva”.
A partir de ese momento, la familia inició el tránsito de una verdadera pesadilla que, en palabras de José, los llevó a conocer las puertas del infierno. En Mercedes, a Juan le diagnosticaron leucemia linfoplástica en un nivel muy avanzado.
“Lo normal en cualquier persona son 5 mil glóbulos blancos. Cuando lo diagnosticaron en Mercedes tenía 80 mil, y en pocas horas tenía 120 mil glóbulos, de los cuales el 90 por ciento eran células cancerígenas. Si demorábamos unos días más, se moría”, especificó el padre.
El niño fue derivado al Hospital Garrahan. Una vez estabilizado, recibió quimioterapia y permaneció internado durante ocho meses. Hoy se recupera satisfactoriamente del cuadro oncológico.
Además del tratamiento, en el hospital se intentó rastrear el origen de la leucemia en Juan. Los antecedentes familiares de sus padres no arrojaron casos similares: “Tengo cuatro hijos de mi primer matrimonio que son totalmente sanos, y en mis antecedentes familiares no hay casos oncológicos, lo mismo pasa con mi actual mujer. Empezaron a indagar sobre el lugar donde vivimos, y ahí me acordé de la situación vivida. Nadie te asegura nada, pero sí nos dijeron que hay muchas posibilidades de que esa fumigación haya sido la causa”.
José sabe que como ocurre en otros casos, nadie se anima a realizar una afirmación y todo se mueve en el terreno de las suposiciones, aunque existan “estudios científicos de envergadura”. Sin embargo, “está la pata encima del gran poder de Monsanto con el glifosato y otros agroquímicos que también son muy peligrosos porque atacan al hígado, al riñón, a los pulmones, que son mortales en forma indirecta”.
Existen varias investigaciones a nivel mundial que vinculan casos de leucemia en niños con exposiciones a los agroquímicos. En Shanghai, por ejemplo, se halló un incremento tres veces superior del riesgo a contraer la enfermedad para niños cuyas madres estuvieron expuestas a pesticidas en el trabajo.
También un estudio realizado en los Países Bajos expuso un incremento del riesgo en niños expuestos directamente a estos venenos. Un resultado similar arrojó la investigación llevada a cabo por Michelle Turner, Donald Wigle y Daniel Krewski de la Universidad de Ottawa (Canadá).

POR MANO PROPIA
Con la familia de regreso a su casa, un día volvió el sonido de una avioneta. De inmediato, el niño fue introducido a la vivienda y su papá tuvo una respuesta instintiva que hoy reconoce como incorrecta, aunque ante la falta de resguardo estatal la considera una forma desesperada de evitar nuevos males para su hijo.
“Mi mujer metió al chico adentro y yo agarré la escopeta a repetición que tengo. Le empecé a tirar, no me importaba nada. Después de ver a tu hijo varias veces al borde de la muerte, te sentís impotente, te desesperás. Le tiré como siete u ocho tiros para alejarla. Menos mal que el tipo no abrió para fumigar, porque él estaría muerto y yo preso”, aseguró.
La reacción de José se parece a la ley de la selva. Como ocurre en Luján, Mercedes carece de ordenanza que reglamente las fumigaciones. Sin esa protección, el vecino entiende que resguardar la salud de su hijo está en sus manos, de la forma que sea. En otras palabras, “no quiero tirarle tiros a la gente, pero tampoco quiero que me fumiguen ni que mi hijo esté expuesto a eso”.
“A las pocas horas vinieron los dueños del campo a pedirme explicaciones. Caliente como estaba le mostré a mi hijo, que todavía estaba pelado por la quimioterapia, y les dije que esa situación era producto de una fumigada con un avión. Si nadie entiende, la van a entender de esa manera. Lo que hice se difundió y en la zona dejaron de fumigar en aviones. Si vuelven a fumigar, lo bajo, iré preso, no me importa”, advirtió.
Aunque las avionetas no regresaron, la fumigación terrestre que se realiza en los cuatro campos que rodean al hotel son un problema: “El año pasado un albañil estaba trabajando en casa y se tuvo que ir porque no aguantó el olor proveniente de una fumigación terrestre, le dolía la garganta, no podía respirar”.
Al igual que muchos vecinos de Luján, la familia Milesi espera que el Municipio de Mercedes apruebe una ordenanza referida a la problemática.


“Pedimos que se sancione una ordenanza”
En la actualidad, la familia Milesi recibe el asesoramiento legal de la doctora Graciela Gómez, quien trabaja en distintos casos de personas fumigadas en todo el país. A partir de su intervención, la Defensoría del Pueblo bonaerense se mostró dispuesta a iniciar un expediente para investigar el caso registrado en Mercedes, al tiempo que pedirá un informe al gobierno de ese distrito.
Gómez explicó a EL CIVISMO que “pedimos que se sancione una ordenanza”. En caso contrario, la profesional adelantó que se enviarán cartas-documento a los propietarios de los cuatro campos vecinos al Hotel El Tizón para que se abstengan de fumigar en las condiciones actuales.