Mignone y sus críticas por el accionar de Bergoglio en la dictadura

Miércoles//El fundador del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) fue el primero en cuestionar el desempeño, durante esos años, del nuevo papa. Los planteos se centran en el secuestro de dos sacerdotes jesuitas que ejercían su tarea pastoral en una villa miseria del Bajo Flores.

La designación de Jorge Bergoglio como nuevo papa de la Iglesia Católica reavivó la polémica sobre la actuación del religioso durante la última dictadura militar. Aunque las voces que insisten en endilgarle responsabilidades al ahora ex cardenal de Buenos Aires no tardaron en ser vinculadas al "aparato de propaganda" del kirchnerismo, lo cierto es que las primeras críticas relacionadas a su accionar en aquellos años oscuros de la historia argentina datan de bastante antes, cuando la K no era más que una letra.
La primera crítica pública hacia la figura de Bergoglio provino de Emilio Fermín Mignone, reconocido luchador por los derechos humanos, fundador de la Universidad Nacional de Luján, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y cuyo nombre identifica al Instituto Municipal de Estudios Superiores. Mignone conoció mejor que nadie los vínculos ocultos entre la Iglesia y la dictadura, tanto por su pertenencia a círculos católicos como por su historia personal a partir de la desaparición de su hija Mónica.
El ahora papa Francisco reconoció que el lujanense llegó a negarle el saludo como consecuencia de la opinión que le merecía su participación en aquellos años, cuando se desempeñaba como superior provincial jesuita. Ese episodio ocurrió en la Catedral de Buenos Aires, durante una misa de Jueves Santo. "Intenté hablarle, pero Mignone tenía una posición tomada y no quiso escucharme", expresó.
Las controversias se desataron en torno al secuestro de los sacerdotes Francisco Jalics y Orlando Yorio, miembros de la Compañía de Jesús, cuyo provincial era Bergoglio. Los religiosos cumplían tareas pastorales en una villa miseria del Bajo Flores. En ese lugar realizaba tareas de promoción Mónica Mignone, hasta que fue secuestrada y desaparecida el 14 de mayo de 1976.
El ex rector de la Universidad Nacional de Luján siempre sostuvo que la detención clandestina de Jalics y Yorio contó con el apoyo implícito de Bergoglio, quien tiempo antes le había retirado el respaldo pastoral y difundido versiones que vinculaban a los sacerdotes con "organizaciones subversivas".
La misma posición expuso su esposa, Adela Sosa de Mignone, en testimonios publicados en el diario Página/12, en mayo de 1999. En esa oportunidad, aseguró que los dos sacerdotes "fueron liberados por las gestiones de Emilio Mignone y la intercesión del Vaticano, y no por la actuación de Bergoglio, que fue quien los entregó".
Esa interpretación de los hechos fue sostenida por Yorio en declaraciones que formaron parte del mismo artículo periodístico: "Desde San Miguel y el provincialato se hacían correr por debajo, sin darme lugar a defenderme, rumores acerca de que yo era comunista, subversivo y guerrillero, y que andaba con mujeres. Rumores que llegaban de inmediato a los sectores sociales que en ese momento manejaban el poder y la represión. Francisco Jalics fue el primero que varias veces hizo notar el peligro. En ese sentido advirtió por escrito a varios jesuitas del peligro al que la Compañía me estaba exponiendo, y haciendo notar que el responsable era Bergoglio".
Yorio también contó que "a los pocos meses de habernos enviado a la villa, Bergoglio empezó a decirnos que sobre él pesaban fuertes presiones desde Roma y desde la Argentina para que disolviéramos dicha comunidad y abandonáramos la villa. Él, como Provincial, podría habernos ordenado que saliéramos de allí, pero no quería asumir esa responsabilidad". Por el contrario, Bergoglio "quería que nosotros dejáramos voluntariamente todos nuestros compromisos, que asumiéramos abandonar a los pobres, después de darnos el mandato de ir allí, pero no podía decirnos de dónde provenían dichas presiones. No puedo defenderlos, decía".
En ese relato, Yorio consideró que cuando el trabajo pastoral que desempeñaba con Jalics careció del respaldo de la Iglesia en general y de Bergoglio en particular, fue la luz verde que necesitaban los militares para secuestrarlos: "No tengo indicios para pensar que Bergoglio nos liberó, al contrario. A mis hermanas les avisó que yo había sido fusilado, no sé si lo dijo como cosa posible o segura para que fueran preparando a mi madre", completó el religioso.
A contramano de estas posiciones, en un comunicado difundido recientemente ante la asunción del nuevo papa, Jalics aseguró que "es un error afirmar que nuestra captura ocurrió por iniciativa del padre Bergoglio". Fue la primera expresión clara que el sacerdote realizó sobre el tema. En otras oportunidades, Jalics había optado por el silencio: "No tengo ninguna opinión, ni a favor ni en contra (de Bergoglio). Yo quiero callarme", según se cita en el libro Doble Juego, de Horacio Verbitsky.
En esa bibliografía, sin embargo, el periodista apoya la versión de Mignone a partir de un documento hallado en la Cancillería argentina, según el cual "Bergoglio informó al gobierno militar que Yorio "era sospechoso de contacto con guerrilleros" y que Jalics había tenido conflictos de obediencia por su "actividad disolvente en congregaciones religiosas femeninas"".

OTRA VERSIÓN
Concretada la designación de Bergoglio como papa, la reconocida militante por los derechos humanos y ex Defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, Alicia Oliveira, tuvo palabras elogiosas sobre la actitud del sacerdote durante la dictadura. Al respecto, dijo que su amigo "sacaba del país a gente que estaba perseguida; para él era muy riesgoso".
Oliveira conoció a Mignone y militó en el CELS. En el artículo citado que se publicó en Página/12, hizo referencia al caso de los sacerdotes Jalics y Yorio: "Es un tema que yo he discutido durante años con Emilio (Mignone). Cuando comenzó la represión militar hubo quienes sostenían que lo mejor, tanto para los militantes como para la gente de la villa, era que quienes iban allí a hacer trabajo de alfabetización y evangelización se alejaran por un tiempo".
"Yo he participado en discusiones con catequistas que se negaban a hacerlo porque decían que tenían mandato de Dios, y en ese caso no había cómo obligarlos. Con el mismo criterio de preservar a la gente, Bergoglio les ordenó a los sacerdotes que se alejaran de la villa. Pero la Compañía de Jesús es una Orden organizada en forma militar desde San Ignacio de Loyola. No le obedecieron y los separó de la Compañía. Yo no afirmo que esa haya sido la mejor actitud posible, pero no puede confundirse con entregarlos", expuso Oliveira, quien integró la comitiva argentina que viajó días atrás al Vaticano.
Otra personalidad vinculada a la protección de los derechos humanos que defendió el rol del nuevo papa durante esos años fue Adolfo Pérez Esquivel. El premio Nobel de la Paz opinó que "Bergoglio no tuvo nada que ver con la dictadura".

Los hijos
Esta semana, los hijos de Emilio Mignone se refirieron al tema en un artículo aparecido en el diario Página/12. Isabel, Mercedes y Javier Mignone reconstruyeron los pormenores del secuestro y posterior liberación de los sacerdotes Jalics y Yorio, según la mirada y los datos que sobre el caso manejó su padre. Como síntesis de ese escrito, recordaron que, "con respecto a la actuación de la Iglesia Católica, Mignone sostuvo que en algunas ocasiones la luz verde para que actuaran los militares fue dada por los mismos obispos". Y refiriéndose a muchos obispos y al provincial jesuita Jorge Bergoglio, recordaron lo que expresó su padre: "¡Qué dirá la historia de estos pastores que entregaron sus ovejas al enemigo sin defenderlas ni rescatarlas!".
Los tres firmantes del texto expresan, además, que "nuestros padres creían en la verdad y en la necesidad de darla a conocer. Ocultarla es como esconder a Dios".
En otro párrafo del escrito, los hijos de Mignone relataron que "nuestra hermana Mónica hacía trabajo social en el mismo barrio del Bajo Flores donde residían los presbíteros Yorio y Jalics, y la búsqueda de nuestra hermana y sus compañeros estuvo muy ligada a la de los presbíteros". Isabel, Mercedes y Javier Mignone dan cuenta del rol decisivo que tuvo su padre en la liberación de los sacerdotes, contradiciendo las versiones que ponen en ese papel a Bergoglio.