Audaz asalto en un taller mecánico

Tres delincuentes lograron llevarse un botín estimado en unos 70 mil pesos tras encerrar a seis personas. Uno de los asaltantes habría estado haciendo tareas de "inteligencia" durante dos días simulando esperar el colectivo.

El dinero destinado al pago de sueldos y proveedores, una computadora, un teléfono celular, llaves de dos vehículos y documentación de las víctimas se llevaron tres delincuentes que perpetraron un asalto en un taller mecánico. En otras palabras, el botín que lograron apoderarse los malvivientes rondaría los 70 mil pesos.

El hecho sucedió el viernes, cerca de las 19.30, cuando en la firma Espina-Detomasi estaban próximos a cerrar. A esa hora, apareció una persona preguntando si podían darle un poco de aceite quemado para pintar unos postes.

La consulta no llamó la atención de los mecánicos que realizaban las últimas tareas de la jornada laboral. Y menos por el aspecto que presentaba el hombre que apareció por el taller ubicado en avenida Julio A. Roca 1071. A simple vista parecía un trabajador, coincidieron en decir.

Sin embargo, minutos después el presunto laburante regresó pero ahora con un arma de fuego en mano y se dirigió al escritorio donde atiende una joven quien estaba acompañada por una mujer que realiza tareas de limpieza. Apuntándolas, reveló su verdadera intención: en el taller estaban siendo asaltados.

Pronto, se sumaron dos cómplices. Uno se dirigió a una de las fosas donde encañonó a uno de los mecánicos. Enseguida, un tercer hampón redujo al resto de los trabajadores y también a un cliente que acababa de ingresar cuando estaba en pleno desarrollo el ilícito.

En total, seis personas fueron reducidas y encerradas en diferentes lugares. Tres en un baño y otros tres en otra dependencia. Algunos fueron precintados. El atraco fue tan rápido que en el taller no pudieron activar la alarma que tienen conectada con un vecino.

Eugenia, la mujer que atiende en el escritorio, le contó a EL CIVISMO que “estaban los tres mecánicos, un remisero amigo, la chica que limpia y yo. Entró uno pidiendo aceite quemado para pintar unos postes. Lo veías y era un tipo normal que venía de trabajar. Tendría unos 40 o 45 años. Lo que menos me imaginaba fue que cuando lo veo venir, sacó un revólver y me dijo: ‘quedate quieta y no grites’”.

Eugenia, que ya fue víctima de tres asaltos a mano armada, acató. “'Dame la plata y no me mires, dame toda la plata y dónde hay más plata’”, recordó que le dijo el asaltante previo a quedar encerrada en el baño con la chica que limpia y el cliente.

Sebastián, un mecánico que a simple vista inspira respeto y que también pasó por un hecho parecido en barrio Sarmiento, no tuvo forma de atinar una mínima reacción. Cuando se dio cuenta que estaban siendo atracados, ya tenía un arma a centímetros de la cabeza. Estaba en la fosa. “Yo no veía esa situación porque estaba con un embudo echándole grasa a un diferencial en la fosa. Cuando me doy vuelta, tengo un revólver en la cabeza y uno que me dice: 'quedate quieto, quedate quieto’”.

RASTROS POR RODRÍGUEZ

El trío de malvivientes actuó con cierta tranquilidad. “No eran ni los borregos que andan en la calle ni profesionales que uno puede pensar que son milicos. Tendrían unos 38 años”, estimó Sebastián.

Los asaltantes insistieron en llevarse dinero y prometieron dejar los teléfonos celulares. Cumplieron en parte ya que tomaron toda la plata que encontraron pero también el celular del cliente.

“Se llevaron la plata que todos los viernes tenemos para las casas de repuestos, los sueldos, la ganancia. Entre 40 y 50 mil pesos. Mi mochila con mis documentos, la computadora con la que trabajo acá, las llaves de una moto y de una Traffic. La documentación me avisaron que la encontraron ayer (por el miércoles) en Rodríguez”, detalló Eugenia.

Ni bien se alejaron los delincuentes, las víctimas lograron abrir la puerta del baño y salir del encierro. Pidieron ayuda a un vecino, llamaron a la Policía que llegó al lugar del hecho y comprobó que había sucedido un robo.

A todo esto, no se sabe cómo llegaron los asaltantes, ni en qué se fueron y menos hacia dónde lo hicieron. La cámara de seguridad de una propiedad lindante solo alcanzó a tomarlos cuando salían de taller.

Con el hecho consumado, las víctimas empezaron a atar cabos. Llegaron a la conclusión de que el delincuente que simuló pedir aceite quemado se pasó dos tardes seguidas en la parada de colectivo que hay, boulevard por medio, en la esquina de Fray Manuel de Torres.

Con la mirada clavada en el taller, uno de los mecánicos llegó a gritarle casi desafiándolo: “¡Qué mirás! ¿Tanto te gusto?”, dijeron a este medio, sin imaginarse que ese sujeto que supuestamente esperaba el colectivo a la sombra de un árbol en realidad estaba haciendo “inteligencia” para dar el golpe junto a dos secuaces.