"Es impagable ver a los nenes pasar"

Charla con Armando Dodorico, el calesitero de Pueblo Nuevo. Detalles de una actividad que realiza hace 30 años y que renueva la alegría de los más pequeños.

Armando Dodorico tiene 61 años y de ellos 30 son de calesitero. Los 20 últimos instalado en la esquina de Tropero Moreira y Las Catalpas, en el corazón de Pueblo Nuevo. Y es allí donde dialogamos de un trabajo muy particular, casi en extinción en la zona.

-¿Cómo llegó a ser calesitero?

-A los 30 años me tuve que jubilar por una discapacidad progresiva y dejé el trabajo. Mi mujer estaba en una empresa y también se quedó sin trabajo. Buscamos cómo seguir porque yo tenía un hijo y mientras hacía changas le pagaron parte de la indemnización. Ahí surgió la idea de poner una calesita. Era algo que yo podía y puedo hacer. Me asocié con un muchacho en Luján y mi salud fue empeorando y en determinado momento tuve que dejar esa sociedad. Pasó el tiempo y mi señora ejerció como docente. Y un calesitero me ofreció una calesita, esta que ves acá. Estaba medio desarmada, medio desecha. Juntamos pesos por todos lados con mi señora y logramos comprarla y arreglarla.

-Ahí fue que vino para acá.

-Este era un lote baldío en el que solo había una hamaca abandonada. Desde entonces ya pasaron 20 años que estoy trabajando con esto. Es algo que me gusta, me encanta. Vengo todos los días, los feriados. Y la familia a la par. Mi hijo Santiago, mi hija Albina y Claudia, mi señora. Están siempre. No me dejan solo. Siempre lo mantuve así como lo ves. Y cada vez necesito más ayuda para sostenerlo. Porque tratamos de hacer todo nosotros. Hemos desarmado la calesita para mantenerla, pintarla.

-¿El de la calesita es un mecanismo complejo o usted sabe arreglarlo?

-Siempre arreglé las cosas solo. Por ahí el tema lonas hay que trabajarlo con tapicero pero el resto lo hacemos nosotros. Aunque ahora me cuesta. Mis hijos tienen sus ocupaciones pero seguimos. Para mí es una buena terapia. Vengo todos los días. Viene mi familia.

-Los muñecos para la calesita, ¿los compra?

-Alguno sí, pero el trencito lo hice yo. Hay otro autito que lo armé yo. Otro es un juego que estaba tirado en una casa y yo lo reparé. Uno es un perro que también estaba tirado. En alguno me han ayudado porque están hechos de fibra y eso hay que saber trabajarlo. Igual esta es una calesita humilde, no es un carrusel o algo monstruoso. Es caserita. Es muy para una edad que llega a los 6 o 7 años. A partir de esa edad les empieza a dar pudor si los ve un amigo. Está cambiando un poco lo que es el entretenimiento. Antes teníamos casi 18 años y nos subíamos a una calesita como si nada. Hoy hay más vergüenza.

-Los clientes vienen siempre en familia.

-Sí, con sus papás o mamás. Uno ve al nene y al padre viendo la alegría de esa vuelta; que pasa y se saludan. Eso es impagable. También vienen mucho los abuelos, que disfrutan a sus nietos y no pudo hacerlo con sus hijos. Tengo clientes fijos, pero hasta cierta edad, porque después viene el hermanito el amigo o a la madre le gustó el lugar. Es una cadena familiar. Es más, vienen padres que iban a mi calesita de Humberto y Doctor Real.

-¿Cuánto cuesta la vuelta y cuántas vueltas son?

-Es la pregunta de todos. No son las vueltas. Es el tiempo. Dura entre 3 y 4 minutos. Por esa razón de costos y mantenimiento tuve que poner la vuelta a 30 pesos. Con eso puedo pagar la luz, porque tengo mi medidor, y también cubrir la rotura de algún juego, ya que sin querer a veces los nenes rompen un juego. Lo mismo cobro en los kiddies. Y armé para poder manejar todo desde acá, desde la cabina. La idea es que vengan los padres, se sienten y disfruten. De hecho tengo clientes que vienen y sus nenes andan en la calesita, pasan a un juego, a otro y recién después se acercan y preguntan cuánto deben. Hay una cuestión de confianza.

-¿Se sigue haciendo la sortija?

-Yo la hice un tiempo en Luján, pero ya no. Es un riesgo para mí y para los nenes, que por ahí se estiran para agarrar el macano y se pueden caer. Yo prefiero darles una vuelta más para que no se vayan llorando y no hacer la sortija. Además los que vienen saben que acá tienen premio. Dan las vueltas en la calesita y después se paran frente a la cabina para que les regale un chupetín.

-¿Cómo elige la decoración de la calesita?

-De tanto trabajar con los chicos uno va escuchando y viendo qué es lo que les gusta. De todos modos esas láminas son todos con clásicos infantiles. Antes estaba decorada con todos dibujos que yo pintaba a mano, pero no pude hacerlo más. Ahora con mis hijos estamos viendo de cerrarla para proteger a las láminas del sol y el piso de madera.

-Me decía que no viene antes de las 17.

-En verano no, porque hace mucho calor. Y me quedo hasta las 21, más o menos. Hay quienes dicen que debería quedarme hasta más tarde, pero no puedo. Prefiero cerrar temprano.