Radiografía local de una hecatombe económica

EL CIVISMO consultó a referentes de actividades productivas. Las respuestas, con sus especificidades, fueron repetidas: paralización y desconcierto. En el ramo industrial se registraron fuertes subas en los insumos. Hay total incertidumbre respecto a costos de compra y venta. Muchos optaron por frenar la producción.  El mercado inmobiliario suspendió todas sus operaciones. Y en la construcción los vaivenes del dólar fomentan una fluctuación permanente de precios. 

Mientras el dólar volvía a superar los 60 pesos y el riesgo país ascendía a los 2.100 puntos, los secretarios generales de la Unión Obrera Metalúrgica mantenían una reunión del Consejo Directivo en Capital Federal en el mediodía del miércoles para analizar la situación del sector. “Está quedando un tendal”, sintetizó Miguel Cardozo, responsable de la seccional Luján.

La debacle económica post elecciones PASO empeoró una situación ya delicada en la industria local. “La verdad es que cada vez se está agravando más. Acá lo importante es salvar los puestos de trabajo”, afirmó. Cardozo advirtió que “se están llevando algunas máquinas de Inaforja. Estoy pidiendo una reunión con los empresarios para ver si están haciendo simplemente cambios o si la empresa se quiere ir”.

El sindicalista pronosticó que “va a ser duro hasta diciembre, muy complicado. No pinta bien esto”. Además, dijo que el principal problema es que “no hay trabajo. Vos podés negociar lo mejor que puedas, pero sabemos que las empresas no tienen trabajo. Y tampoco queremos quebrar las empresas, no queremos ponerlas en una situación al punto tal que digan ‘no puedo seguir más’. Entonces tenemos que buscar un punto de equilibrio para todo. Es difícil porque hoy el trabajador, con el sueldo que tiene y trabajando las horas normales, no le alcanza. ¿Te imaginás si tiene que trabajar menos horas? Tenemos que aguantar, rogar que esto se calme”.

Según calculó Cardozo, la industria local está funcionando a un 60 por ciento de su capacidad instalada: “Ninguna fábrica está trabajando a full aunque lo haga todas las horas. Sé que muchas empresas están manteniendo a la gente y no tienen trabajo”.

“Veníamos bastante bien, lo de Flex N Gate lo tomamos con calma porque en definitiva los trabajadores perdían un solo día en todo el mes y después podían compensar si aparecía algo de laburo. No era tan grave. Pero ahora vemos que esto va a seguir, se acentuó después de las PASO. Mucha gente se asustó por el salto del dólar y la falta de medidas para parar estas cosas. Ahora quieren involucrar al candidato Alberto Fernández, que por culpa de él pasan estas cosas. Pero los que gobiernan son ellos. Gobernaron tres años y pico echándole la culpa al que pasó y ahora le quieren echar al que va a venir. ¿Cuándo se van a dedicar a gobernar y reconocer qué cosas se hicieron mal? Nos están destruyendo”, expuso Cardozo.

Los textiles arrastran una crisis prolongada. Los últimos vaivenes pulverizaron cierta estabilidad alcanzada a fuerza de reducir personal y producción. La actividad está prácticamente frenada. Los plazos de cobro de quienes producen, que van de 60 a 90 días, hacen que cualquier operatoria sea una invitación a perder plata y complicar todavía más la reposición. Con insumos dolarizados, los costos operativos crecieron cerca del 25 por ciento en las últimas semanas. Algunos proveedores exigen pagos contados.

Rodolfo Bianchi, presidente de la Cámara Textil de Luján, indicó que “con este problema del dólar se paró lo poco que estábamos laburando”.

“A mucha gente todo esto la está dejando en el camino, esa es la realidad. Se compra mal y se vende mal, lo que hace que después no puedas cumplir con las obligaciones. En los insumos tuvimos aumentos del 24 por ciento en promedio. El algodón y el poliéster están dolarizados. La devaluación pega directo en los costos. Algunos proveedores quieren vender al contado, eso es otro problema. Todos tienen miedo de perder plata. Se compra mercadería a remito abierto para no parar la producción. Es muy difícil trabajar”.

Bianchi pronosticó “meses de una incertidumbre total”, en los cuales aquellas industrias con mayor espalda prácticamente frenarán las operaciones comerciales.

Algo así ocurre en Algoselan. Carlos Diforti, su propietario, expuso que el desbande económico de las últimas semanas terminó por hacer tambalear cierta estabilidad alcanzada en los últimos meses: “Veníamos trabajando bien con el 50 por ciento de la capacidad y luego de perder 150 personas. Estábamos en un punto de equilibrio. Con esto se produjo un inconveniente porque el 80 por ciento del costo de los insumos está dolarizado. Un desfasaje de estos te deja mal parado porque perdés la rentabilidad. Ahora la expectativa es de incertidumbre. En el sector trabajamos con un plazo mínimo de 60 días, que siempre se estiran hasta 90. ¿Cómo hacés para fijar un precio a 90 días?”

Diforti señaló que por el momento Algoselán limitó al máximo las ventas. “Hay un período de inactividad hasta ver qué pasa. En este momento hacemos ventas puntuales, vemos cómo nos van a pagar. Si nos pagan contado puede ser. Pero implica aflojar fuertemente. Con esto vamos a volver a la mitad de la mitad hasta que se defina la situación, que no sabemos cuándo va a ser”.

Los comercios relacionados a la actividad industrial atraviesan un proceso similar. “Casi todos los proveedores nos suspendieron lista de precio y entrega. Recién ahora, después de tres semanas, nos estamos acomodando de nuevo”, expuso la propietaria de un negocio de elementos de seguridad. Por caso, FADESA, una de las marcas líderes de matafuegos, suspendió todos sus precios.

A eso se le suma el desfasaje producto de las últimas semanas de incertidumbre económica. “En mis cuentas corrientes todo lo que vendí antes de las PASO a una cotización del dólar de 40 y pico, está facturada a ese precio y cuando me paguen no me va a alcanzar para reponer la mercadería. Toda la plata que yo tengo en la calle se me licuó. Tengo un 30 por ciento menos de poder de compra y reposición”, sostuvo.

Incluso, la semana posterior a las elecciones, debió cerrar el jueves y reabrir el martes ante la falta de precios. “Cuando volvimos a trabajar estábamos igual que la semana anterior. Recién estoy facturando en las cuentas corrientes lo que vendimos desde el 12 de agosto. Como no teníamos precio, entregábamos con remitos abiertos. Pero al tipo que venía a comprar un zapato no tenía precio para venderle. Lo explicabas y algunos te entendían pero otros se enojaban porque piensan que uno se quiere aprovechar del quilombo que hubo”.

A eso se le suma que los proveedores forzaron una reactualización de los precios. “Me hicieron todos nota de débito por la devaluación. Cosa que yo no puedo hacer con mis clientes. Eso también me perjudica. Esa diferencia entre el valor del dólar que facturé lo perdí porque no se lo puedo trasladar al cliente”.

CONSTRUCCIÓN E INMOBILIARIAS

El rubro de la construcción suele marcar el ritmo de la economía, dinamizador de otros sectores. Por eso sus cifras  son un reflejo del contexto global económico. Según los últimos datos difundidos por el Indec, la construcción cayó 11,8 por ciento en junio respecto a igual mes del año pasado, acumula 10 meses consecutivos en retroceso y ya suma un derrumbe del 9,4 por ciento en lo que va de 2019. También hubo una baja pronunciada en la comparación intermensual. Fue del -4,2 por ciento con respecto a mayo.

El andar económico luego del 11 de agosto aceleró la caída. “Como no es de necesidad y urgencia, del rubro nuestro no se habla. Pero debe ser uno de los más complicados de todos los gremios”, expuso un comerciante de materiales de la construcción.

En estas últimas semanas, los precios en los corralones fueron en rápido aumento porque desde hace muchos años hay listas dolarizadas, como los materiales de Acindar o Siderar. “Esas son 100 por ciento dólar y es un cambio hasta diario. El viernes, por ejemplo, bajó el hierro porque el dólar se empezó a estabilizar y ahora estamos pendientes que en cualquier momento va a subir de nuevo. En este caso, Acindar tiene su dólar y nos va cambiando todos los días. Nos ha pasado que hemos tenido tres precios de hierro el mismo día. Entonces es bastante complejo”, reconoció.

En líneas generales, hablan de un incremento de precios cercano al 25 por ciento. “En algunas cosas puede ser un poco menos y en otras un poco más. Es muy variada la paleta”, expuso. Y, para evitar complicaciones financieras, se cortaron los plazos tanto en cuentas corrientes como en la entrega de cheques. 

A eso se le suma una baja considerable en las ventas. “No se registraron grandes acopios, sino movimiento de consumidores finales intermedios, es decir, el ahorrista minoritario. El mes pasado hubo una remontada en las ventas. Veníamos estabilizados, en marzo y abril empezó a bajar y julio había pegado un salto positivo. Ahora con esto, se prevé que hasta fin de año va a estar muy compleja la situación”.

Las devaluaciones suelen tener impacto inmediato en el mercado inmobiliario, en donde las propiedades están tasadas en dólares. Por eso, ante cada movimiento, la respuesta es automática: se suspenden las operaciones.

“Cuando el dólar se mueve, se paraliza el mercado inmobiliario inmediatamente”, sostuvo Javier Llanos, vicepresidente del Centro de Martilleros y Corredores de Luján (CEMACOL). “Todas las operaciones que teníamos en gestión, que estaban en negociación, si no era una necesidad urgente o un compromiso ya tomado con una reserva, el resto se desarmó todo. Están todas a la espera de que los mercados se tranquilicen. Desde el 11 de agosto están paralizadas las operaciones de compra-venta. En el 98 por ciento se paralizó”, agregó.

En cuanto a los alquileres, las renovaciones del sector residencial rondan el 30 por ciento de aumento “en el mejor de los escenarios -reconoció-, sabiendo que la inflación del año pasado fue del 52 y este año va a superar el 55 por ciento. Pero en el comercial no tenemos parámetro. Muchos locales comerciales aceptan porque funcionan, los propietarios son realmente líderes en el mercado y absorben el aumento del 30 por ciento. En otros locales comerciales, con tal de sostenerlos, le hemos depreciado el alquiler, se lo hemos bajado. En este momento de crisis y que hemos estado conviviendo con locatarios durante tanto tiempo, yo asesoro a nuestros clientes que es conveniente seguir manteniéndolos, cuidarlos, porque tantos años nos ha acompañado y no nos ha traído ningún problema, que ahora en vez de recibir la llave y volver a colgar un cartel, le bajamos el precio para sostener la oficina o el local comercial”.

En este contexto, el proceso de volver a alquilar un local comercial no es tarea sencilla. En tal sentido, Llanos reconoció que “está sobreofertado el mercado. Por eso hoy estamos tratando de sostener a los locatarios”. Según expuso, el problema de los comerciantes no son los costos de alquiler: “Es lo de menos, pasó a ser barato comercialmente. El inconveniente es el conjunto de gastos o impuestos que tienen que pagar para emprender un nuevo negocio”.

Mientras la renta (y la bicicleta) financiera deja ganancias exorbitantes, hoy no es redituable tener inmuebles en alquiler: “Hoy la renta es la más baja en la historia de locación del mercado inmobiliario. No es negocio, con una tasa del banco que te paga el 60 por ciento. Imaginate que mantener los inmuebles en buenas condiciones y pagar impuestos a una tasa que estamos en un 3 por ciento, es anti negocio inmobiliario. Lo único que tenés es el resguardo del activo. Pero comercialmente no es bueno”.

Con el aceleramiento de la crisis económica, también se incrementó la caída de contratos de alquileres tanto de viviendas como de departamentos. “Personas que han tomado compromisos económicos, nos han devuelto las propiedades y migraron con sus familias, llámense sus padres o abuelos, pero achican gastos de esa manera. Con el golpe de la devaluación, hemos tenido en promedio 15 propiedades por mes de devaluación, que de a poco las volvemos a reinsertar en el mercado. Pasó cuando el dólar saltó a los 50 pesos y ahora también”.