Continúa la investigación sobre una profesora desaparecida durante la dictadura militar

Ed.Impresa//EL CIVISMO dialogó con el ex consejero superior Tomás De Maio, responsable del pedido de investigación sobre lo ocurrido con Elvira Ellacuria, secuestrada en 1977 por grupos de tareas pertenecientes al gobierno de facto.

Elvira Ellacuria del Castillo ingresó como docente en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Luján (UNLu) el 25 de marzo de 1974. Días antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, la profesional fue nombrada en el cargo de profesora adjunta con dedicación semiexclusiva en el Departamento de Política Social.
Un año después, Ellacuria fue secuestrada de su domicilio en Córdoba, según costa en el expediente 8592 de la CONADEP. Desde entonces, permanece en condición de desaparecida. La historia incluye una disposición interna de la casa de altos estudios donde se acepta la renuncia de la docente a todos sus cargos, aunque en su legajo personal no existen documentos donde Ellacuria manifiesta su voluntad de renunciar al trabajo en la casa de altos estudios.
El 7 de julio de 2006, el Consejo Superior determinó conformar una comisión ad hoc para investigar lo ocurrido con la profesora en relación a las responsabilidades institucionales que acompañaron la supuesta renuncia. La presentación que dio inicio a las actuaciones fue impulsada por el entonces consejero superior Tomás De Maio, quien también acompañó un pedido de homenaje para la profesional desaparecida.
La información se hizo pública la semana pasada cuando el actual rector Carlos Cansanello solicitó la colaboración en el caso del Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel.
A pesar de esa solicitud, hasta el momento la investigación interna no aportó demasiados resultados.
Esta semana, EL CIVISMO entrevistó a De Maio con el propósito de conocer los alcances de la presentación realizada hace tres años: “Cuando me entero del caso, y tratando de rescatar la memoria, estábamos en el proceso de solicitud de la reparación histórica. Creo que la reparación histórica no es sólo dinero, sino algunas precisiones. El dinero cubre lo que nos robaron y destruyeron, y la memoria es parte de la reconstrucción histórica. La Universidad de Luján fue innovadora. Tan innovadora que era muy mal mirada por los organismos de persecución de pensamiento. La universidad también fue pionera en Alimentos y en Tecnología de la Educación. Todos los docentes que participaron de ese momento, con las diferencias ideológicas que podamos tener, fueron constructores de ese proyecto”.

- ¿Cómo inicia la presentación y con qué objetivos?
- Al enterarme de una profesora desaparecida de la que nosotros no teníamos memoria solicité un homenaje para que esa persona sea reincorporada a la memoria de la universidad.
No sé cuál era su actividad política, ni me interesa. Pero cualquier persona que haya sido desaparecida me parece que está mal.
Además de solicitar la realización del homenaje, indagué en el expediente de la profesora, y vi que la profesora no está dada de baja, sino que está ‘renunciada’. Dijo ‘renunciada’ porque se le aceptó una renuncia que no existe en el legajo.
Para poder aceptar una renuncia, primero tiene que existir esa renuncia. Por eso pedí que se abriera una investigación sobre eso para determinar las responsabilidades que le corresponden al funcionario que firmó la aceptación de la renuncia.

-¿La hipótesis central sobre lo ocurrido es que la renuncia fue fraguada?
-Vamos por parte. No hago cargo a las instituciones argentinas, menos a las universitarias, del accionar que tuvieron los interventores de las universidades argentinas. Porque era parte de una política de Estado de persecución y exterminio, como lo fue ‘la noche de los bastones largos’. Nosotros hemos sufrido ese impacto. Esta presentación no es en contra de la universidad, no pido nada contra la universidad, sino contra el funcionario.
La situación no involucra a la institución, sino a la persona que hace un acto administrativo que, de acuerdo con el legajo de la profesora, es un invento. No hay una renuncia expresa de la persona a la cual se le acepta la renuncia. Eso me mueve a sospecha y me parece muy grave, porque demostraría una consonancia entre el accionar de la institución y la dictadura. Si la profesora salió escapada porque la estaban persiguiendo, lo que correspondía era abrir un sumario y darla de baja. A mí me hace pensar que la renuncia se la aceptaron una vez desaparecida, puedo pensar eso. O bien que fue una manera de resolver un acto administrativo.
El tema pendiente es el resarcimiento de la gente que se tuvo que ir obligada. Evidentemente el Estado debe hacerse cargo de ese rol.

- ¿Cómo avanzó el expediente en más de tres años?
- El homenaje no se hizo. Con respecto a la investigación, se formó una comisión para determinar la responsabilidad del funcionario. La comisión no avanzó demasiado.

- ¿A qué le atribuye esa falta de avances significativos?
- No puedo hacer atribuciones de cosas que no manejo. Lo que sí me resulta extraño es la falta de voluntad política de la anterior conducción de la universidad para hacer un homenaje. Eso me parece llamativo. La actual conducción se ha juntado con Pérez Esquivel.
El respeto por el pensamiento y por la vida es básico. Lo que se me ocurre es que nosotros debemos hacerle un homenaje y después seguir las vías administrativas. Es más, quisiera habilitar a los familiares para que le puedan hacer una reclamación al Estado Nacional como resarcimiento, no por lo que implica el dinero, sino por una cuestión simbólica de asumir las responsabilidades.