Moisés Lebensohn: un apasionado de las libertades democráticas y la igualdad social

Nota redactada en base al libro “Moisés Lebensohn, el hombre que pudo cambiar la historia”, de José Bielicki, con prólogo de Félix Luna, editado por el Instituto Moisés Lebensohn, Buenos Aires, 2010.

Realmente vale la pena acercarse a la vida de Moisés Lebensohn por la fuerza de sus ideas, sus convicciones y la energía puesta para transmitirlas con sentimiento y capacidad didáctica.
El autor, José Bielicki, quien fue diputado nacional durante la presidencia del Dr. Raúl Alfonsín, logra narrar, con orden, claridad, rigor investigativo y contagioso entusiasmo, las distintas etapas de la vida de Lebensohn siempre comprometido con los acontecimientos internos de la Unión Cívica Radical, del país y del mundo.
Lebensohn fue un gran idealista para quien la libertad y la democracia eran esenciales, pero jamás debían olvidarse los derechos de los desposeídos a educación, salud y vivienda. Fue un  hombre abierto que supo cultivar amistades en otras fuerzas políticas y denunció siempre a los dirigentes de su partido preocupados por el poder a cualquier precio sin pensar seriamente en los problemas fundamentales del país, las necesidades del pueblo y en lograr su apoyo sin dádivas ni humillaciones, respetándolo en su dignidad.
El libro tiene puntos de contactos con Luján. Lebensohn nació en Bahía Blanca en 1907. Tiempo después su familia se trasladó a Carlos Keen y allí su padre ejerció la medicina y él terminó la escuela primaria. Por último se instalaron definitivamente en Junín donde hasta ahora continúa publicándose el periódico Democracia que fundara en 1931. Por otra parte contiene algunas citas de El Civismo y en varios pasajes menciona a don Federico Fernández de Monjardín de quien Lebensohn fuera correligionario y amigo.
José Ingenieros sostenía que frente a los hechos se debe tomar posición. Lebensohn tomaba posición sin fijarse a quien incomodaba ni qué intereses afectaba. Condenó con insistencia y sólidos argumentos al franquismo español, el fraude de la década del treinta en nuestro país, el fascismo en la Segunda Guerra Mundial y los abusos de poder durante la primera y segunda presidencia de Perón quien lo encarceló.
El capítulo III se refiere a la obra desarrollada como concejal en Junín. Allí tiene oportunidad de llevar a la práctica sus ideas municipalistas pues considera al municipio una entidad fundamental para fomentar la participación y el compromiso de la ciudadanía y para atender a sus necesidades de todo orden: vivienda, educación, salud, servicios sanitarios... Algunos de sus proyectos fueron: Empréstito Municipal en Bonos de Obras Públicas, Junta Autónoma Municipal de Abastecimientos, Usina Eléctrica Municipal (que funcionaría casi como una cooperativa), Centro de Higiene Maternal e Infantil (se basa en informes de Alfredo Palacios sobre mortalidad infantil y desnutrición), Junta de Asistencia Escolar, entre otros.
En 1936 las empresas ferroviarias Central Argentino y Pacífico acuerdan unificar sus estaciones. Gracias a la rápida iniciativa de Lebensohn se ganan en el corazón de la ciudad aproximadamente veinte hectáreas dejadas por la primera. El proyecto de urbanización incluía la construcción de una avenida, campo de deportes, pileta, utilización del edificio de la estación para el funcionamiento de una escuela para niños débiles y un  comedor escolar y se reservaba espacio para que la Nación construyera una escuela normal y un colegio nacional y el resto para parque.
En 1944 presenta un programa en el que enumera las medidas necesarias para lograr la transformación del país. He aquí algunas de ellas:
- Reforma agraria inmediata y profunda que abra a todos los trabajadores del campo el acceso a la tierra, transformándola de valor de renta y especulación en instrumento de trabajo.
- Reforma educacional que imponga la obligatoriedad de la enseñanza media (se adelantó sesenta años).
- Régimen de organización y seguridad social que otorgue a todos los habitantes las perspectivas ciertas de trabajo, de un standard de vida decoroso, de cultura y de un porvenir liberado de las angustias de la desocupación, de la enfermedad, de la vejez y de la incertidumbre sobre el futuro de los descendientes - Reforma financiera que ubique el peso de la carga impositiva sobre las grandes rentas.
- Política destinada a lograr la unidad económica de los países vecinos y progresivamente con el resto de América, tendiendo a la cooperación económica mundial.
No cabe duda de que Lebensohn advertía hacia dónde se encaminaba la evolución del país y del mundo. Veía más allá.
Resulta paradójico que un hombre, con una formación y cultura tan sólida y con tanta lucidez para analizar los problemas políticos, sociales y económicos, no llegara a ser diputado nacional a pesar de que integró en distintas oportunidades las listas de la UCR.
Lebensohn era resistido por muchos de sus propios correligionarios por sus críticas y denuncias implacables. En venganza, algunos de ellos en ciertas secciones electorales, aplicaban una artimaña denominada “borratina” por la cual se le restaban votos y nunca pudo llegar a la Cámara a pesar de tener sobrados méritos.
Lebensohn supo acercarse a hombres probos de otros partidos y supo también adecuar las propuestas según las circunstancias, sin claudicar en los principios esenciales.
Hoy sería un interesante y útil ejercicio analizar la realidad nacional e internacional a partir de las ideas y propuestas de este pensador que, sorprendido por la muerte a los 46 años, dijo un instante antes: “No debo morir, hay tanto que hacer, hay que luchar, luchar...”.
Era consciente de que su tarea estaba incompleta y que aún tenía mucho para aportar.
Los ideales de libertad e igualdad de hombres como Lebensohn deben ser reivindicados para que su sueño de una sociedad más justa comience a ser realidad en un país como la Argentina, que tiene suficiente riqueza como para que no haya ciudadanos en la indigencia.


Escribe: Antonino E. Martínez-Docente

Aclaración
En la columna de opinión que se publicó el sábado 13 del corriente, junto al título aparece equivocadamente la foto de Antonio Martínez cuando su autor fue Fabricio Lombardo.