Angel "Pocho" De Cunto, un prócer del fútbol local

Angel Hilario De Cunto más conocido como "Pocho" en toda la ciudad de Luján y alrededores es firme testigo de la historia del fútbol lujanense y con fuerte arraigo en la Escuelita de Fútbol El Trébol siendo uno de los que con su impronta levantó los cimientos de una entidad que hoy en día supo ganarse un nombre importante entre varios equipos.

“Son más de ochenta, los que curvan tu osamenta” dice en uno de sus párrafos la famosa canción del grupo español Mecano dedicada al afamado pintor Eugenio Salvador Dalí ante el inexorable paso del tiempo y el cambio rutinario del día a día en cada almanaque.

Cada persona es diferente y según su historia personal de vida trasciende de diferentes formas dejando tras de sí un legado que otros intentarán imitar y tomar la posta de continuidad si la empresa ha sido buena. El caso de Ángel Hilario De Cunto o simplemente “Pocho” como todos los conocen, puede decirse que su vida en lo deportivo estuvo y estará ligada a El Trébol, entidad que hoy en día tiene su sede a un lado de las vías del Ferrocarril Sarmiento y que se destaca con su participación en los certámenes de la Asociación de Fútbol Infantil del Oeste (ACIFO).

 Aunque la historia de “Pocho” se remonta mucho más atrás en el tiempo, cuando no existían las Escuelitas de Fútbol y nuestra ciudad tenía una Liga Lujanense de Fútbol pujante bajo la presidencia de don Felipe Cabreros. 

Corría el año 1956 y en las adyacencias del Puente Control, cerca de un barrio Lanusse que comenzaba a tomar forma con calles de tierra y apenas un puñado de casas, se encontraba el baldío en el cual practicaban los muchachos del extinto Defensores de Belgrano (equipo que había tomado el nombre de su par del Dragón en Capital Federal). Siendo apenas un adolescente y aún en pantalones cortos comenzó a jugar al fútbol recordando a algunos de sus compañeros:

“En ese equipo estaban los hermanos Montiel, jugaban también  Donadio, Mancuso, Gagno, Carballo, entre otros grandes jugadores de la historia. Luego de unos años, seguí aportando mi presencia en diferentes campeonatos de la ciudad de Luján y alrededores en donde tuve la dicha de disfrutar varios partidos con figuras del fútbol local. Algunos de esos nombres que aún resuenan en mi mente y los veo ataviados con ropa de fútbol como si fuera hoy.   Jorge Martín, los hermanos Bianchi, Pedro “Ropero” Mansilla, Carbonilla, Rómulo Randazzo, “El Tigre” Villán, “El Negro” Román Quevedo, “Chiquitín” López y “Chinga” Inghiotti, “Colchón”, entre muchos más”.

DESHOJANDO EL TRÉBOL

Una vez culminada su etapa como futbolista comenzó la etapa de volcar los conocimientos aprendidos a nuevas generaciones, recalando con jóvenes 31 años en El Trébol, comenzando en esa entidad una simbiosis que aún cincuenta años después aún perdura:

 “La etapa más significativa para mí relación con el fútbol fue el paso por mi  querido  gran Club El Trébol. Llegué  como entrenador de las categorías 1960, 1961 y 1962. Recuerdo con gran cariño a todas aquellas personas que hicieron de mi paso por esa entidad algo imborrable e inolvidable.  Los chicos de El Trébol estuvieron conmigo desde los 11 años hasta los 18, desde las primeras categorías hasta la 69. No solo compartíamos los entrenamientos en la semana o los partidos de los fines de semana, sino que también increíbles encuentros en casa, almuerzos y tardes enteras disfrutando juntos.  Ellos sabían escuchar y al mismo tiempo yo los escuchaba y aprendía de ellos, gracias a quienes me ayudaron y a las personas que nos acompañaron como la familia Marquese, Escudero, Randazzo, Esquizabel, Llorente, Cavallo y muchos más otros más con varios campeonatos disputados y ganados”.  

El 5 de enero de 1980, el Bisemanario EL CIVISMO publicaba una nota al propio De Cunto bajo el título “La vigencia del Semillero”, en donde se daba cuenta del crecimiento de El Trébol destacando por aquel entonces sus primeras camisetas con los colores Albicelestes y más adelante con una casaca similar a la de Peñarol de Uruguay, con el tiempo adoptarían finalmente los colores verde y blanco.

“Pocho” se pone nostálgico pero el amor que recibe de los allegados a El Trébol y su familia le dan fuerzas para seguir poniéndose de pie día a día a sus jóvenes ochenta y pico.

 “Ya han pasado 50 años de esos gloriosos días, pero tengo hermosos recuerdos con los chicos que pasaron por El Trébol y los pienso con mucho cariño. Gracias a aquellos que todavía siguen junto a mí, compartiendo momentos hasta el día de hoy, y a aquellos para los que Dios eligió otro camino siempre los recordaré, aunque nadie parte definitivamente si se lo mantiene presente en el corazón”. Por último también no quiere olvidarse de su esposa con más de sesenta años de casados, sus hijos Gabriel que fuera árbitro de ACIFO en su momento y Marcelo, tampoco de sus cuatro nietas: Agustina, Milagros, Florencia y Lucia. De grandes personas que conoció a lo largo de su vínculo con el fútbol y hoy ya no están como Felipe Cabreros y Eduardo Chiche Camotta.  También a quien fuera uno de las cancheros el señor Taberna que arreglaba el rectángulo de juego en tiempos lejanos y siempre sin cobrar un peso. Ángel o “Pocho” una linda historia de vida vinculada a una pasión: El Fútbol.