El reclamo de justicia de Daniela Suárez a seis meses de la muerte de su hijo Agustín en el Pabellón 6 de la ex Colonia Montes de Oca, donde el joven trabajaba desde hacía 3 años.
El 12 de febrero, Agustín Suárez salió de su casa en Torres rumbo a su trabajo en la ex Colonia Montes de Oca, hoy Hospital Nacional y Comunidad “Dr. Ramón Carrillo”, como lo hacía cada día desde hacía tres años entre las 18 y las 24 horas.
Ese turno de la tarde-noche sería el último que cumpliría el joven de 25 años. Horas después, su madre Daniela recibiría la noticia más devastadora: su hijo había muerto.
Seis meses después, las dudas persisten, los interrogantes se multiplican y ella reclama una investigación a fondo para saber qué ocurrió realmente aquella noche. Decidió acudir a los medios para dar a conocer un caso complejo, doloroso y lleno de dudas.
La secuencia oficial comenzó en la madrugada del 13 de febrero, a las 0.30 horas, cuando en la Comisaría Luján Primera ingresó un llamado telefónico del Hospital Zonal General “Nuestra Señora de Luján”. Desde la guardia informaban que había sido trasladado un paciente en paro cardiorrespiratorio, procedente de la ex Colonia Montes de Oca, y que, pese a los esfuerzos de reanimación, había fallecido.
Cuando el personal policial llegó al Hospital, el médico de guardia entregó la historia clínica correspondiente: Agustín Suárez, argentino, 25 años, empleado, soltero, domiciliado en Miguel Cané 153, Torres. Según el registro, la muerte fue constatada a las 23.50 del 12 de febrero, luego de la aplicación del protocolo de RCP.
La Fiscalía 10, a cargo esa noche del Dr. Germán Pettoello, dispuso actuaciones bajo la carátula “Averiguación causales de muerte”, solicitó el turno de autopsia y ordenó las diligencias de rigor.
El resultado preliminar de la autopsia determinó que Agustín presentaba necrosis en el corazón y edema pulmonar, es decir, líquido acumulado en los pulmones.
Aún resta el análisis toxicológico, una prueba clave para determinar si hubo consumo de alguna sustancia que pueda explicar lo ocurrido. Mientras tanto, la historia clínica que llegó a las manos de la señora Daniela mencionaba la aplicación de clonazepam.
Pero la versión de un compañero de trabajo de Agustín contradijo ese documento: “Lo que me dijo fue que no le inyectaron nada, sino que intentaron ponerle un suero mientras cuatro personas lo sostenían, pero no pudieron. Esa historia clínica para mí es una mentira. Están tapando todo”, denunció.
Con la voz aun quebrada por la traumática situación que está atravesando, pero firme a la vez reconstruyó cómo se enteró de la muerte de su hijo: “Esa noche me llaman a las 11 diciéndome que había tenido una convulsión en su lugar de trabajo. Lo traen en una ambulancia y me lo dejan tirado en el Hospital de Luján. A mi hijo me lo trajeron muerto, porque más allá de que acá hicieron todo lo que tenían a su alcance, lamentablemente no resultó”.
A seis meses de ese triste momento, decidió hablar públicamente. La semana pasada se hizo presente en EL CIVISMO. “Quiero saber qué pasó con mi hijo en la Colonia. Mi hijo no sufría ninguna enfermedad como para causarle la muerte. No voy a bajar los brazos. Estoy con mucho dolor, pero sigo para adelante”, expresó.
El abogado Oscar Escuredo, que la patrocina, presentó pedidos de prueba, entre ellos las cámaras de seguridad externas a los pabellones, la historia clínica completa y los registros de guardia. Pero hasta ahora, las respuestas no llegan.
SILENCIO INSTITUCIONAL
Según la madre, nadie del Hospital Nacional y Comunidad se hizo cargo de la muerte de Agustín. “Murió trabajando en el lugar, y solamente me lo dejaron en el Hospital de Luján. El director nunca dio la cara”, denunció.
En la causa ya declararon tres personas, una de ellas estaba esa noche con el joven fallecido. Falta que lo hagan otros testigos, entre ellos un compañero de turno y una tercera persona cuya presencia en el Pabellón 6 en ese horario nocturno despertó sospechas.
Según supo Daniela, esa tercera persona habría abandonado la ex Colonia por un camino alternativo para no quedar registrada en el sistema de ingresos y egresos de la Portada. Huyó cuando Agustín empezó a convulsionar.
“Si hay algún testigo que sepa algo, que se acerque y hable. La Fiscalía venía trabajando bien, pero ahora se paró”, reclamó Daniela.
Otro dato que preocupa es la situación del médico de guardia de la ex Colonia. “Me enteré que tiene dos causas penales por abandono de persona de un detenido en el Penal de Marcos Paz. A mi hijo, en vez de un respirador, le pusieron una bolsa en la boca. Dudo que le hayan hecho RCP como corresponde. Taparon todo y lo dejaron tirado en el Hospital”, afirmó Daniela.
El abogado de la familia también solicitó información precisa sobre quiénes atendieron al joven en primera instancia y cuáles fueron las maniobras aplicadas.
En paralelo, Daniela comenzó una investigación personal, a partir de llamados y testimonios que recibe casi a diario. Una de las líneas apunta a las amistades de su hijo y a un posible entorno de consumo problemático.
En tal sentido, se enteró que tanto su hijo como el círculo más íntimo, entre ellos sus compañeros de trabajo en el Pabellón 6, tenían algo en común: consumían estupefacientes.
En consecuencia, surgen algunas preguntas que son inevitables: ¿Acaso Agustín murió por una sobredosis? ¿Consumió algún tipo de estupefaciente en su lugar de trabajo? ¿Por qué esa tercera persona huyó de la ex Colonia cuando Agustín convulsionó? ¿Qué rol jugaron sus amistades en el desenlace?
Para Daniela, no hay certezas: “Días antes estuvo con dos jóvenes y después de eso empezó a sentirse mal. Uno de esos chicos también estuvo con un compañero suyo en la Colonia. Yo temo que a mi hijo le dieron algo esa noche que le provocó la muerte”.
El expediente judicial aún no logró despejar estas dudas. La versión de la ex Colonia, la historia clínica, los dichos de los compañeros de trabajo y los testimonios que va recogiendo la madre se contraponen y se superponen, generando un entramado complejo.
“A las 10 de la noche habló por teléfono con una chica y estaba bien. A las 23.10 supuestamente tuvo una convulsión. El compañero dijo una cosa y la historia clínica dice otra. Todo está tapado”, sostuvo Daniela.
El peritaje al celular de Agustín y los estudios toxicológicos son esperados con expectativa, ya que podrían ofrecer pistas decisivas sobre las últimas horas del joven.
En estos meses, Daniela atravesó un duelo difícil, encerrada en su casa, sin fuerzas para hablar con los medios. “No me sentía en condiciones de hacerlo, no tenía ánimo. Me quedé encerrada entre cuatro paredes, soportando el dolor. No asimilo todo lo que pasó”, confesó.
Hoy, con la ayuda de su abogado, decidió dar un paso al frente y contar públicamente su historia. “Doy a conocer el caso para que la gente se entere y que esto no quede en la nada. Como mamá quiero justicia, quiero saber la verdad y qué le pasó a mi hijo. Estoy con mucho dolor, pero sigo para adelante”, remarcó.
UN CASO ABIERTO
A poco más de medio año de la muerte de Agustín, el expediente judicial aún está lejos de cerrarse. La autopsia arrojó datos parciales, el análisis toxicológico sigue pendiente y las declaraciones testimoniales no terminan de reconstruir con claridad lo sucedido en el Pabellón 6.
El caso desnuda además problemas estructurales: la falta de transparencia en las instituciones, la precariedad en la atención médica de urgencia, la ausencia de respuestas ante el dolor de una familia y la sombra del consumo de drogas también en ámbitos laborales sensibles.
Mientras tanto, Daniela no baja los brazos: “Mi hijo murió con los ojos abiertos y la cara asustada. Algo le pasó. Espero que aparezca la persona indicada que diga la verdad”.