Batalla campal en el Juan XXIII deja varios detenidos

Fueron tres horas de violencia entre tres clanes familiares, patrulleros dañados, heridos, arrestados y un sector del vecindario en vilo.

En el barrio Juan XXIII, la noche del domingo se quebró con una violencia pocas veces vista.

Una pelea entre tres clanes familiares, con serios problemas de convivencia y agravada por el consumo de drogas, se extendió durante más de tres horas en Andrade y Zapiola, frente a una de las esquinas que da a la plaza.

El saldo fue de tres aprehendidos -entre ellos un menor de edad-, dos patrulleros dañados, heridos de distinta consideración y un sector del vecindario sumido en el miedo.

El conflicto, que según versiones habría comenzado por el robo de una garrafa, derivó en un enfrentamiento masivo que involucró entre 10 y 12 jóvenes. “Se desconocieron”, repiten los vecinos, quienes se animaron a contar lo que vieron con la condición de no dar sus nombres.

La desconfianza es total: “Acá la gente no se quiere meter porque si te ven con alguien (por este cronista) después a la noche se te meten y te roban todo. El barrio está bravísimo y todos ya sabemos que es por lo mismo: droga”, resumió una vecina que recientemente sufrió un intento de robo en su vivienda.

La batalla campal comenzó alrededor de las 19 y no terminó hasta cerca de las 22. A los golpes de puño y patadas se sumaron palos, piedras, botellas y hasta armas blanca.

Los testigos que accedieron a contar lo sucedido a EL CIVISMO hablaron de un joven apuñalado y de al, menos, dos heridos por balas de goma. Sin embargo, nada de esto aparece en el parte policial.

“Usted no sabe lo que era esto: era una batalla campal. Fue una pelea entre ellos, todos chicos. No sé porque comenzó porque yo me metí adentro”, relató otra mujer.

ESCENA DE CAOS

Un llamado al 911 alertó a las autoridades sobre disturbios en la vía pública. Personal del Comando Patrullas se hizo presente en el lugar y se encontró con un escenario caótico: varios sujetos arrojaban piedras y objetos contundentes contra una vivienda, en medio de gritos y acusaciones cruzadas.

La Policía intervino en tres ocasiones. La primera vez lo hizo con dos patrulleros, pero no logró contener la situación y se retiró. Volvió al rato con cinco móviles y tampoco pudo encausar la situación. Finalmente, tuvo que llegar con ocho unidades para intentar frenar la violencia.

Lejos de amedrentarse, los violentos arremetieron contra los policías, causaron destrozos a dos patrulleros a piedrazos y botellazos, e incluso los enfrentaron cuerpo a cuerpo.

“Con las botellas rompieron los patrulleros. Llamamos tres veces a la Policía y no los podían controlar”, relató una vecina que siguió los incidentes desde la ventana de su casa.

Todos los testimonios coinciden en un punto: el consumo de drogas como factor que potenció la violencia. “Fue un desastre. Estaban todos drogados. Se desconocieron porque después andan todos juntos drogados”, dijo otra vecina.

Contaron que el padre de uno de los aprehendidos intentó frenar a su hijo, que estaba fuera de sí: lo metió con la cabeza en una zanja con agua para calmarlo, pero no logró contenerlo.

“No sé qué habían fumado o qué droga consumen, pero eran todos Superman. Le pegaban con balas de goma, se caían y se levantaban y seguían. Parecía The Walking Dead”, describió otra mujer.

Respecto al trasfondo del episodio, aún no está claro qué motivó semejante enfrentamiento. Una versión bastante extendida apunta a que la chispa que encendió los disturbios habría sido el robo de una garrafa en una vivienda cercana. Nada está claro.

DESCONTROL TOTAL

Vecinos que grabaron breves videos con sus celulares captaron apenas algunos segundos de lo ocurrido. Esos fragmentos muestran al menos a seis personas lanzando objetos contra una vivienda.

En las imágenes se escuchan acusaciones contra los residentes de la casa, a quienes algunos señalan como “ladrones” y otros como consumidores de “paco”, lo que los habría llevado a cometer robos en el barrio.

Los enfrentamientos, por lo tanto, se dieron en un clima de denuncia verbales de todo tipo: se gritaban “paqueros”, “piperos” y “violines”. Entre golpes y piedras, los jóvenes terminaron cantando un tema de Pappo. Ese que dice: “nadie se atreva a tocar a mi vieja”, una escena que mezcló violencia, delirio y descontrol absoluto.

“No los podían frenar. Se les iban encima a la Policía que tiraba porque los atacaban. Los policías fueron agredidos”, insitió una de las vecinas.

La violencia no tuvo límites: incluso la abuela de uno de los clanes salió con una pala para defender a los suyos. “Decía ‘métanse conmigo’, fue increíble”, graficó una testigo.

Según lo informado, fueron conducidos a la Comisaría Luján Primera, Pablo Elías García Miranda, de 19 años; Santiago Leonel García, de 22; y un menor de edad.

Del parte oficial se desprende que los jóvenes reaccionaron violentamente contra la presencia de los uniformados, arrojando proyectiles que impactaron en una oficial, quien sufrió una lesión leve en la pierna izquierda. Además, resultaron dañadas la ventanilla del móvil policial del Comando Patrullas y la del lado del conductor del móvil 12 de la Patrulla Municipal.

La intervención judicial quedó caratulada como: “Resistencia a la autoridad y daño agravado”, bajo la órbita de la Ayudantía Fiscal que dispuso la aprehensión de los dos mayores y la entrega del menor a sus progenitores, además de las diligencias de rigor.

ACOSTUMBRADOS 

Más allá de lo ocurrido el domingo, lo que subyace es el miedo cotidiano en el barrio. “Yo escuchaba desde mi casa y ni me calenté. Por mí que se maten, mientras que no le hagan nada a los vecinos”, confesó un hombre, con crudeza. “Son siempre los mismos, los conocen a todos, pero nunca hacen nada. Entran y salen en dos minutos”, agregó en referencia a las detenciones que no prosperan.

Este mismo vecino relató cómo cambió su percepción de la inseguridad: “Cuando recién me mudé, escuchaba a la noche disparos, miraba las cámaras y no dormía pensando que podían entrarme a robar. Ahora no le doy más pelota y sigo durmiendo: ya me acostumbré. Es feo lo que estoy diciendo, pero es así”.

Tras los disturbios, los protagonistas suelen desaparecer de las calles durante dos o tres días y el barrio retoma la calma, aunque sea por poco tiempo.

“Los que agarraron son los que menos tenían que ver con la pelea. Fueron a explicarle a la Policía lo que estaba pasando y terminaron aprehendidos”, sostuvieron ante este medio Los tres detenidos viven en la vivienda ubicada en la esquina de la plaza y epicentro de los disturbios. Los otros dos clanes involucrados residen en Andrade entre Zapiola y Ciudadela.

En concreto, este hecho refleja otra noche agitada en la periferia de Luján, marcado por una violencia que volvió a exponer tensiones sociales y la dificultad de las fuerzas de seguridad para contener reacciones cada vez más hostiles hacia su accionar.

A todo esto, el barrio Juan XXIII sigue como en un estado de alerta, mientras las historias de violencia, drogas y enfrentamientos familiares marcan un presente cargado de temor y resignación. La batalla del domingo fue solo una postal más de un conflicto que parece no tener final.

EN LA OTRA PUNTA

Mientras tanto, en la otra punta de la ciudad, también el domingo por la noche, se registró otro hecho de resistencia a la autoridad. En La Pampa y Roma, conflictiva esquina en el barrio Padre Varela por la presencia de un aguantadero de delincuentes, personal de la Policía procedió a la aprehensión de Franco Gabriel Leone, de 25 años.

De acuerdo a lo informado, Leone intentó darse a la fuga en dos oportunidades cuando los uniformados procuraban identificarlo. Finalmente fue reducido y trasladado en este caso a la Comisaría Luján Segunda de Jáuregui con jurisdicción en el lugar donde se produjo este episodio.

La Ayudantía Fiscal en turno esa noche avaló el procedimiento y dispuso que el joven recupere la libertad, aunque debía presentarse el martes a las 9 de la mañana en sede judicial para notificarse de la causa.