Incidentes y miedo en el barrio Padre Varela

La violencia se apoderó en la tarde de este martes. Crónica de una secuencia que pudo terminar en tragedia.

La tarde del martes en el barrio Padre Varela parecía desarrollarse con normalidad. Sin embargo, cerca de las 18, la calma se interrumpió de manera abrupta y dio lugar a una violenta secuencia de disparos, corridas y enfrentamientos que mantuvo en vilo a los vecinos durante algunas horas.

Todo comenzó cuando dos adolescentes, que son vecinos de la zona, caminaban junto a una mujer por calle Rivadavia en dirección a Francia. Nadie sospechaba que esa escena cotidiana se convertiría minutos más tarde en el preludio de un episodio de violencia.

Según relataron vecinos a este medio, los jóvenes regresaron apresurados sobre sus pasos advirtiéndose entre ellos: “Apurate, que son un montón, y andá avisale a una persona que no logré escuchar el nombre que decían”.

Contaron también que los adolescentes buscaron refugio en una vivienda situada en la esquina de Rivadavia y La Pampa, mientras detrás de ellos aparecían otros dos jóvenes, uno de los cuales portaba una gomera en la mano.

Fue entonces cuando los adolescentes habrían alertado a un conocido, quien poco después llegó al lugar a bordo de una moto Honda Titán roja, acompañado por una joven.

Al llegar a la esquina de Pascual Simone y Rivadavia, el motociclista advirtió la presencia del muchacho armado con la gomera y, sin mediar palabra, le disparó. “Le tiró a matar”, aseguró un testigo a EL CIVISMO.

El blanco del ataque logró agacharse a tiempo y esquivar la bala, mientras que el agresor huyó rápidamente del lugar. El episodio no quedó allí.

Minutos después, un grupo de unos veinte jóvenes se concentró en la esquina, generando aún más tensión. Según testigos, al menos cinco de ellos portaban armas de fuego.

A lo lejos, divisaron al motociclista de la Titán roja y, a una cuadra y media de distancia, comenzaron a dispararle sin miramientos. “Tiraron a mansalva, sin importarles quién estaba en la calle”, relató un vecino, dejando en evidencia el peligro al que quedaron expuestos transeúntes y familias de la zona.

La violencia se extendió mientras los vecinos llamaban desesperadamente a la Policía, que -aseguraron varios- tardó en llegar alrededor de media hora.

En medio de esa espera, otro joven del barrio salió en busca del motociclista armado, seguido por una caravana de autos y motos, muchos de ellos también portando armas.

La persecución derivó en un nuevo encuentro sobre calle Pascual Simone, donde los dos bandos quedaron frente a frente, con las motos detenidas y los caños de las armas apuntándose mutuamente. De milagro, en esa ocasión nadie disparó.

El impacto de la situación se sintió en la vida cotidiana del barrio. Comercios pequeños decidieron cerrar sus puertas para evitar riesgos, mientras que otros permanecieron abiertos, pero sin clientes. Las calles, habitualmente concurridas a esa hora, quedaron semi desiertas. La gente de bien se metió en sus casas.

Finalmente, tras repetidos llamados, la Policía se hizo presente en el lugar y se llevó a una persona demorada. Una fuente de la fuerza explicó luego que “el denunciante refirió que venía caminando con su madre por calle Francia, cuando lo interceptó un vecino que vive a la vuelta de su casa, efectuó un disparo al aire y lo amenazó apuntándolo con un arma”.

Según la misma versión, se trataría de un conflicto de larga data vinculado a problemas de convivencia en el barrio Padre Varela.

APUNTEN, DISPAREN, FUEGO

Por su parte, los supuestos agresores intentaron desligarse de responsabilidades asegurando que solo se habían reunido porque un hombre en moto había efectuado un disparo y querían saber si alguien había resultado herido. Sin embargo, vecinos consultados descartaron esa versión y señalaron que “tiraron tiros al aire y al piso” para sembrar temor.

Oficialmente, la Policía dejó constancia de lo ocurrido a partir de la denuncia radicada por Micaela Gisele Conti, de 36 años, quien declaró que caminaba junto a su hijo de 17 años cuando fueron interceptados por Lucas Estalman (sic), quien se encontraba a bordo de una moto Honda CG de color rojo.

El hombre, identificado como vecino del barrio, los apuntó con un arma de puño plateada y los amenazó de muerte. Incluso efectuó un disparo, que afortunadamente no alcanzó a las víctimas. Intervino la Ayudantía Fiscal de Luján, a cargo del Dr. Gabriel Agliani quien caratuló el expediente como: “Amenazas agravadas por el uso de arma”.

En tanto, la tensión se mantiene latente. En el barrio, la preocupación es creciente: temen que la violencia escale y derive en un enfrentamiento con consecuencias irreparables. “Esta vez no hubo heridos de milagro, pero si siguen así, algo grave va a pasar”, advirtió un comerciante de la zona.

Lo cierto es que la tarde en Padre Varela dejó mucho más que el eco de las detonaciones a mansalva: dejó al descubierto la fragilidad de la convivencia en un barrio marcado por viejas rencillas y la demora de las fuerzas de seguridad para contener una situación que, por muy poco, no terminó en tragedia.